CONFIDENCIAL
Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.
El corredor del secuestro
Durante los últimos meses, las redes sociales se han convertido en el único altavoz de un drama silencioso y creciente: la desaparición de migrantes mexicanos, recién deportados por las autoridades estadounidenses, en alguna ciudad fronteriza de Tamaulipas.
El caso más reciente se conoció apenas este fin de semana. Un mensaje, breve pero estremecedor, circuló desde Nuevo Laredo: Yan Vladimir Castañeda Hernández, originario de San Lucas, Michoacán, fue deportado el 22 de mayo. Alcanzó a pisar suelo mexicano. Luego desapareció.
El relato, según lo difundido por sus allegados, es tan preocupante como revelador. Castañeda y otros migrantes (según la denuncia pública) fueron retenidos por agentes del Instituto Nacional de Migración en las instalaciones del propio gobierno mexicano. Les dijeron que un transporte los llevaría a Monterrey. Pero en vez de un autobús, llegó una camioneta tipo Van. Iban hombres armados. Y con ellos se fueron… sin dejar rastro.
Algunos familiares han logrado que las autoridades emitan fichas de búsqueda. Otros siguen tocando puertas con la esperanza de que alguien les escuche. La constante: nadie sabe nada, y quien sabe, calla.
Lo verdaderamente alarmante es que este caso no es aislado. Tampoco es nuevo. Las redes están repletas de denuncias similares. Cambian los nombres, cambian las fechas, pero el patrón se repite con inquietante precisión: deportados que desaparecen horas después de ser entregados a las autoridades migratorias mexicanas.
¿Y el gobierno? Bien, gracias. Ningún pronunciamiento oficial. Ninguna alerta emitida. Ningún plan de coordinación interestatal, ni mucho menos binacional, para proteger a quienes regresan por la fuerza a un país donde ya no tienen redes de apoyo, ni siquiera un techo donde dormir.
El silencio gubernamental es, en sí mismo, una forma de violencia. Más aún cuando es deliberado. Pareciera que las autoridades prefieren no hablar del tema para no aceptar su existencia. Como si ocultarlo bastara para anular su gravedad.
Pero el problema está ahí. Y va en aumento. Es una maquinaria de impunidad que se alimenta del abandono institucional, del control territorial de la delincuencia, y de una insensibilidad oficial que ya raya en lo criminal.
Los deportados son, en su mayoría, jóvenes empujados por la miseria de sus comunidades. Hombres humildes, padres de familia, trabajadores. Personas de bien que cruzaron la frontera buscando oportunidades, y que regresan a México solo para ser tragados por la oscuridad.
Algunos, si tienen suerte, logran escapar de sus captores y regresar con vida. Otros aparecen muertos. Y muchos más, simplemente no aparecen.
A estas alturas ya no se trata de una falla administrativa. Es un colapso ético del Estado. Porque dejar a su suerte a quienes regresan con las manos vacías y el alma rota, es una forma de condenarlos a muerte.
Y no se necesita un gran presupuesto para atender este fenómeno. Bastaría voluntad política, coordinación institucional, y el más elemental sentido de humanidad. Pero ni eso.
¿Dónde están las estrategias de recepción y acompañamiento para deportados? ¿Dónde las mesas de seguridad con las autoridades fronterizas de Estados Unidos? ¿Dónde los operativos en los albergues y centros migratorios? ¿Dónde, siquiera, una declaración que reconozca el problema?
Ojalá alguien en el poder lea estas líneas y tenga la decencia de actuar. Porque cada minuto de inacción cuesta una vida. Y eso, aunque no lo vean, también los hace responsables.
EL RESTO.
GATTÁS CUMPLE CON LA EDUCACIÓN RURAL.
En el ejido La Presa, la entrega de una nueva aula a la secundaria Magdaleno Aguilar Castillo, por parte del gobierno municipal de Victoria, representa mucho más que una mejora material: es una apuesta directa por el presente y futuro de 406 estudiantes. La educación, cuando se respalda con hechos, deja de ser discurso para convertirse en cimiento.
El alcalde, Eduardo Gattás Báez, acudió personalmente a hacer entrega del espacio y, de paso, escuchó a los vecinos y recogió nuevas solicitudes. Es en ese contacto directo con las comunidades donde se fortalece la confianza ciudadana en su presidente municipal.
La educación agradece cuando se le da prioridad.
ASÍ ANDAN LAS COSAS
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