Martín Díaz / LA NUBE
El error en la construcción del campo de béisbol en la Campo Colonia de Altamira, donde el propio alcalde Armando Martínez reconoció que no se contempló el terreno necesario, pone en evidencia una preocupante falta de planificación y atención al detalle en las obras públicas del municipio. Este tipo de fallos no solo genera inconvenientes para los usuarios, en este caso los deportistas, sino que también refleja un manejo poco riguroso de los recursos y las expectativas ciudadanas.
Si en una obra relativamente sencilla, como un campo deportivo, se presentan errores de cálculo tan evidentes, ¿qué podemos esperar de proyectos más complejos e indispensables para el bienestar de la comunidad, como las obras de infraestructura, vialidad o servicios básicos? La improvisación en la gestión pública no solo pone en riesgo la calidad de vida de los habitantes, sino que también socava la confianza en las autoridades encargadas de velar por el desarrollo ordenado y eficiente de la ciudad. Este caso debe servir como una advertencia: las obras no solo deben hacerse, sino hacerse bien, y a la primera.