
Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA
A temblar
Desde hace más de una semana lo advertimos en este espacio: se aproximan tiempos difíciles para muchos exalcaldes y ediles en funciones, señalados por graves irregularidades financieras. La Auditoría Superior del Estado (ASE) ha destapado una caja de Pandora presupuestal.
Durante años, muchos presidentes municipales se sintieron dueños del erario. Dispusieron de recursos públicos sin control, sin supervisión y, sobre todo, sin temor a consecuencias. Eso cambió.
La llegada de Francisco Noriega Orosco al frente de la ASE marcó un punto de quiebre. Recibió carta abierta para buscar corrupción hasta en los rincones más escondidos de la administración pública… y la encontró.
Las señales fueron claras: “El que la haga, la va a pagar”. Lo dijeron en el Congreso. Lo repitieron en Palacio. Pero hubo quienes pensaron que la frase era solo retórica política. Grave error.
Las consecuencias ya están aquí. El miércoles pasado, Noriega entregó a la Comisión de Vigilancia del Congreso el informe de auditorías de la cuenta pública 2023. Lo revelado es escandaloso: más de 13 mil millones de pesos desaparecidos, de los cuales más de 11 mil estaban bajo el cuidado de entes municipales.
Decenas de alcaldes, funcionarios municipales y estatales tendrán que explicar qué hicieron con ese dinero. Si no convencen a la ASE, deberán responder ante el Ministerio Público. No hay margen para el titubeo. Muchos deben (o deberían) estar temblando.
Y cuando se dice que no importa el color partidista, hay que tomarlo en serio. Significa que, en esta cruzada, tampoco los morenistas estarán blindados.
Un caso que llama la atención es el de Mario “La Borrega” López, actual diputado federal con fuero. Durante su gestión como alcalde de Matamoros se perdieron casi cinco mil millones de pesos. El nerviosismo debe haberse instalado en su equipo.
El auditor fue claro: quienes no solventen las observaciones enfrentarán denuncias penales y administrativas. En ese momento, solo habrá dos salidas: la cárcel… o sacar el dinero de su propio bolsillo.
Este es el mayor escándalo financiero de los últimos años en Tamaulipas. No se trata solo de cifras: son hospitales sin medicinas, calles sin pavimentar y escuelas sin mantenimiento, mientras el dinero se esfumaba.
El tamaño del boquete presupuestal revela algo más grave: una cultura de impunidad sostenida por complicidades, negligencias y pactos de silencio. Romper ese ciclo no será fácil, pero es indispensable.
La ciudadanía exige justicia, no discursos. La responsabilidad institucional es clara: si el castigo no alcanza a todos los culpables, la justicia volverá a ser una promesa vacía.
EL RESTO.
APLAUSOS QUE SOBRAN
¿Para qué necesita porristas un secretario que comparece ante el Congreso del Estado? ¿Para mitigar el nerviosismo? ¿Para inflar el ego? ¿O simplemente para simular apoyo popular?
Cualquiera que sea la respuesta, la práctica resulta absurda y reprobable. Es un dispendio injustificable que se distraiga a empleados públicos de sus funciones para que aplaudan desde las galerías del recinto legislativo.
Ojalá que algún funcionario tenga el valor de romper con esa costumbre anacrónica y acuda solo, sin vítores prestados. Ganaría más que aplausos: se ganaría el respeto de los ciudadanos.
¿QUÉ ES MÁS GRAVE?.-Durante la sesión del pasado jueves, diputadas y diputados de Morena, PT y PVEM presentaron una propuesta de punto de acuerdo para exhortar a los 43 ayuntamientos de Tamaulipas a eliminar el nombre de Manuel Cavazos Lerma de calles, colonias y espacios públicos.
La motivación: las palabras ofensivas del exgobernador priista, quien en conferencia de prensa declaró que la hermana de Cuauhtémoc Blanco “no está nada violable”. Una expresión deplorable que merece el más enérgico rechazo.
El planteamiento es legítimo. Cavazos Lerma se lo ganó con creces. Sin embargo, sorprende la corta memoria de quienes lo promueven.
¿Acaso olvidan que sus compañeros de bancada en el Congreso de la Unión se opusieron al desafuero de Cuauhtémoc Blanco, pese a la denuncia por tentativa de violación en su contra?
¿Qué es más grave: una frase misógina —por condenable que sea— o un presunto delito sexual?
ASI ANDAN LAS COSAS.
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