Es un polvorín

Eduardo Pacheco
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CONFIDENCIAL
Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.
                                           Es un polvorín
Al campo tamaulipeco ya no lo azota solo el precio injusto del grano. Ahora lo consume algo más peligroso: el abandono institucional y la rabia acumulada.
Lo que vimos en las últimas semanas —bloqueos de carreteras, cierres del puente internacional Reynosa-Pharr, y hasta conatos de enfrentamiento— no son hechos aislados. Son síntomas. Son chispazos de un polvorín que está a punto de estallar.
Y no exageramos. Cuando se condena a miles de familias a sembrar con pérdidas, a cosechar con deudas, a vender a precios de miseria, y además se les ignora… ¿qué otra salida tienen más que protestar?
Desde el 2020, el Gobierno Federal desapareció los programas de subsidio al campo. Eliminó apoyos que, aunque perfectibles, permitían a los agricultores competir contra sus pares de Estados Unidos y Canadá.
Pero no solo les quitó el respaldo económico. También los borró del mapa de prioridades nacionales. Hoy el campo ya no existe en el discurso oficial, salvo cuando conviene presumir cifras infladas de autosuficiencia alimentaria.
En Tamaulipas, uno de los estados con mayor vocación agrícola del país, los productores de sorgo están al límite. Literalmente. Y no porque no quieran trabajar, sino porque el Estado les ha cerrado todas las rutas de rentabilidad.
Producir grano ya no es negocio. Es sobrevivencia. Los costos se disparan, el dólar baja, el precio por tonelada se desploma, y nadie en la Secretaría de Agricultura da la cara ni plantea soluciones.
Por eso protestan. Por eso bloquean. Porque ya lo intentaron todo. Porque ya se sentaron a dialogar. Porque ya firmaron acuerdos. Y porque, una y otra vez les ha mentido.
En la pasada elección federal, para evitar una crisis política, se les ofreció una bolsa millonaria para compensar el precio del sorgo. Hasta hoy, ese dinero sigue sin llegar. Fue un engaño electoral con fecha de caducidad.
¿Y después nos preguntamos por qué revientan las carreteras? ¿Por qué colapsan los puentes internacionales? ¿Por qué los traileros se enfrentan a los campesinos?
Lo advertimos con claridad: si no se atiende de fondo esta crisis, el campo se va a convertir en una trinchera. Una donde no se lucha con armas, sino con rabia, hambre y desesperación.
La política agropecuaria de la federación ha sido una mezcla de demagogia, ignorancia y desprecio. No hay estrategia. No hay inversión. No hay empatía.
Y mientras tanto, un país con potencial agrícola enorme —como México— está desperdiciando su tierra, su gente y su futuro.
Porque el campo no solo es paisaje ni nostalgia. El campo es economía, es soberanía, es alimento… y también puede ser protesta, incendio social, estallido.
Hoy más que nunca, el gobierno federal necesita replantear su relación con el agro. Diseñar una política que no se base en dádivas, sino en competitividad, seguridad y rentabilidad.
Tamaulipas tiene productores de altura, tierras fértiles, experiencia y voluntad. Lo único que falta es voluntad política desde el centro del país.
Y si esa voluntad sigue ausente, que nadie se sorprenda cuando el próximo bloqueo no solo detenga un puente, sino que cierre la puerta de la gobernabilidad.
Porque el campo, ese que huele a tierra mojada, también huele ya a pólvora.
ASI ANDAN LAS COSAS.
roger_rogelio@hotmail.com
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