DE PRIMERA …….LA DAMA DE LA NOTICIA
POR ARABELA GARCIA …..
Parece que el país está atrapado en un bucle esquizofrénico donde la realidad y el discurso se niegan a darse la mano. Los titulares que nos llegan de la frontera son un manual perfecto de esta esquizofrenia: mientras la retórica oficial nos promete un 2026 de «estabilización», la frialdad de los números nos confirma que estamos navegando en una balsa a la deriva, con más agujeros que queso de importación.
El Déficit de los Diez Mil Sueños Perdidos
El balance del 2025 es catastrófico, pero se viste de «optimismo cauteloso». La industria maquiladora, ese motor regional, arrastra un déficit de más de 10,000 empleos perdidos que, convenientemente, aún no han reaparecido. ¡Qué maravilla! Es como celebrar que el paciente despertó del coma, aunque aún no pueda hablar ni respirar sin asistencia.
Este optimismo se aferra a dos pilares: la supuesta «calidad de la mano de obra» (léase: gente que trabaja mucho por poco y sin protestar) y unos «programas de certidumbre» para el pequeño comercio que, ironías de la vida, buscan que los negocios operen «en regla». ¿Acaso la formalidad es un programa de gobierno y no una obligación perenne?
El telón de fondo de todo este vodevil es la contundente denuncia de COPARMEX: la pérdida récord de 405,259 empleos formales al cierre del ciclo anterior. No es el fantasma de la pandemia, no. Es la «incertidumbre jurídica», el cierre de más de 6,330 empresas y un entorno que ahuyenta a quien piensa en invertir. Cuando el sector empresarial clama por seguridad y certeza jurídica, nos están diciendo con todas sus letras que al barco no solo le falta motor, sino que le están quitando remos y brújula. La pérdida de empleo formal no es un número frío; es el termómetro de una crisis que ya golpea la mesa familiar.
El Empleo Desechable y el Lamento Sindical
Para agravar el panorama, la única «inyección» de trabajo que celebra la región es la precariedad pura. Eventos comerciales como el «Buen Fin» nos regalan un 30% de empleo temporal, donde el 95% de esos puestos tiene fecha de caducidad. Somos excelentes creando burbujas de consumo impulsadas por el crédito y puestos de trabajo desechables. El éxito se construye sobre la hipoteca y la temporalidad.
Y en medio de este panorama, el lamento del dirigente sindical sobre la «transformación de la cultura laboral» es el sarcasmo final. Él se queja de que la nueva generación «no quiere trabajar normal» o que «no quiere hacer las actividades que nos enseñaron». Es decir, la nueva generación ya no quiere ser un engrane dócil en la maquinaria con un salario que no justifica la vida. Lo que se llama «falta de compromiso» es, en realidad, el primer síntoma de que las condiciones laborales y salariales ya no compran el sacrificio de sus padres.
El Turismo del Adiós y del Retorno Forzado
Pero la verdadera ironía de Matamoros se encuentra en el sector que debería celebrar el crecimiento: el hotelero. El líder Gerardo Rodríguez, con un «grito de coraje», lamenta que Matamoros sea una «joya sin explotar» por falta de visión y coordinación institucional. Y al mismo tiempo, revela cuál es el verdadero motor de ocupación: el «Efecto Consulado».
Rodríguez lo destaca: el Consulado eleva la ocupación entre un 10% y un 15% de forma permanente. ¿Por qué? Porque la gente acude a Matamoros para tramitar visas de trabajo que les permitan irse a trabajar a otro país. Nuestro turismo de éxito no es de playa o cultura, ¡es de burócrata y migrante! La ciudad se llena porque la gente busca el permiso para huir de esa misma crisis de empleo que nos asfixia. La única razón para quedarte en Matamoros es el trámite para salir.
A este turismo por trámite se le suma el Programa Paisano, que ve en Tamaulipas la principal puerta de entrada de hasta 400,000 connacionales que regresan a casa por fin de año. La ciudad no genera turismo por atractivo propio, genera turismo de paso (la gente se dirige a Guerrero, Zacatecas o Michoacán) y turismo de reencuentro (los que vuelven porque el país de al lado sí les dio el empleo formal que aquí se perdió).
En resumen, la economía de la frontera se sostiene en:
- Un déficit estructural de empleo formal.
- La creación de puestos temporales y basados en deuda.
- Un sector hotelero que prospera porque la gente viene a buscar permiso para irse (Efecto Consulado).
- Una inyección económica de paisanos que solo regresan de visita, gracias al éxito que tuvieron fuera.
Si este es el rumbo, la siguiente parada no es la «estabilización» prometida para el 2026. Es la consolidación de la precariedad: una balsa donde los únicos que entran son los que están de paso, y los que se quedan, están haciendo fila para salir.
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