Matamoros, Tam.- Hay imágenes que explican mejor un gobierno que cualquier discurso. Miles de familias reunidas en la plaza, niñas y niños frente al pino encendido, abuelos, jóvenes y padres compartiendo el mismo espacio. No fue solo un desfile: fue una ciudad volviéndose a mirar a sí misma. Lo que ocurrió este viernes en Matamoros es una postal clara de la reconstrucción del tejido social.
El desfile navideño con saldo blanco y asistencia histórica no fue casualidad. Es el resultado de una visión
que ha puesto al centro a la familia, al espacio público y a la convivencia. Bajo el liderazgo de Beto Granados, con el respaldo del Gobernador Américo Villarreal Anaya, Matamoros comenzó a sanar desde el encuentro entre su gente.
Los hechos están ahí: el Maratón de Matamoros, el Festival del Mar, las Fiestas Mexicanas, el Grito de Independencia, el Festival Internacional de Otoño, además de los tres parques rehabilitados de forma simultánea, los eventos deportivos, las convivencias en colonias y las actividades comunitarias. Cada acción tiene un mismo hilo conductor: volver a reunir a la ciudad.
Durante años, la ausencia de espacios culturales, deportivos y familiares dejó un vacío que, en una ciudad
fronteriza, suele llenarse con conductas sociales no positivas, especialmente entre jóvenes. Cuando no hay escenarios de convivencia, la calle termina ofreciendo caminos equivocados. Por eso, aun frente a la crítica de los adversarios del alcalde Beto Granados, estos eventos no son solo fiestas: son una barrera preventiva que construye comunidad, pertenencia y rumbo, donde la convivencia le gana terreno a la indiferencia.
La política también se mide en confianza. El saldo blanco en todos los eventos mencionados no es solo un dato de seguridad: es la señal de que la ciudadanía cree, participa, y se apropia de sus espacios. Cuando una familia se siente segura en la calle, algo está funcionando. Gobernar también es recuperar la tranquilidad para convivir.
