Hermanos e hijos incómodos

Eduardo Pacheco
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Hermanos e hijos incómodos

 

-En todas las épocas, en todos los partidos

-La corrupción se potencializó con la 4T

-30 mil pesos por una vida

-En Estados Unidos, recibirían millones de dólares

 

 

 

Tiempo de opinar

Raúl Hernández Moreno

 

El general Lázaro Cárdenas tuvo su hermano incómodo,  Dámaso Cárdenas, encargado de cobrar el 10 por ciento en las obras que el gobierno federal autorizaba a constructores y proveedores.

Con Manuel Ávila Camacho, el hermano incómodo fue Maximino Ávila Camacho, al que se conoció como el señor 15 por ciento, porque era el porcentaje que cobraba por cada obra conseguida.

Con Carlos Salinas, su hermano Raúl fue el encargado de autorizar los negocios sucios, desde la importación de pollo, hasta su amistad con el capo Juan García Abrego.

Con Vicente Fox, los encargados de los negocios sucios fueron sus hijastros Jorge y Manuel Bribiesca.

Con Andrés Manuel López Obrador ese papel lo jugaron sus hijos Andy, José Ramón y Gonzalo, cuyo nefasto papel en la construcción del tren interoceánico se acaba de revelar.

No importan las épocas ni el partido que gobierna: en México la corrupción está enraizada e institucionalizada. Si no conociéramos la historia de México -que nació en 1824- diríamos que la corrupción la inventó Morena, pero es faltar a la verdad. Antes de 2018 ya éramos un país reconocido mundialmente por la corrupción gubernamental. Lo que sí ha hecho Morena, en siete años, es potencializar la corrupción a niveles inimaginables.

Los del PRI y el PAN son bebecitos, pillines, ratitas menores, comparados con las ratotas de Morena. El mayor escándalo de corrupción del PRI fue la estafa maestra con menos de 8 mil millones y con Morena el caso mayor, hasta ahora, es el del huachicol fiscal con 600 mil millones. Le quedan cinco años al sexenio para superar, con creces, esos 600 mil millones.

La presidenta Sheinbaum no parece interesada en combatir la corrupción. Le tiene miedo a su padrino, el de Macuspana, que desde Tabasco ejerce su caudillismo y da órdenes sobre cómo debe conducirse el gobierno federal.

En otro tema, para el gobierno humanitario de la presidenta Sheinbaum, las 13 muertes que dejó el tren interoceánico cuestan 30 mil pesos, más los gastos funerarios. El cuádruple o el quíntuplo, se gastó Andy López Beltrán en su viaje a Japón y el triple o más se gasta Gerardo Fernández Noroña en sus viajes a Europa. Y que no nos salgan con el cuento de que los viajes los pagan de su bolsillo, porque no les creemos. Todo sale del gobierno.

Aun cuando las familias recibieran un millón de pesos, ese dinero no compensaría el dolor de haber perdido a un ser querido.

En Estados Unidos, el país ultraderechista que tanto odian y envidian los izquierdosos, las familias de los muertos, habrían obtenido una compensación de varios millones de dólares y las empresas pagarían de inmediato, para no alargar un juicio que terminaría costándoles mucho más.

En la óptica de Morena, los gobiernos de derecha como el de Trump son los malos y los de izquierda, como el de ellos, es el bueno, el progresista, pero resulta que el de Trump es un gobierno más humanista.

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