Por Oscar Díaz Salazar.
En la disputa por el control y el botín del Sindicato Industrial Autónomo de Maquiladoras de Reynosa, -o Sindicato de Tito, como se le conoce en Reynosa por haberlo fundado el difunto Ángel Tito Rodríguez Saldívar-, hubo una época en la que ya estaba derrotado Alberto Lara Bazaldúa.
Con el apoyo de la delincuencia organizada y de los políticos, que no es lo mismo pero es casi igual, Alberto Lara se hizo del mando en el sindicato y de la misma manera lo perdió.
Llegó un momento en que al frente del sindicato (SIAMAR por sus siglas) quedó el primo de Lara Bazaldúa, tras una intensa lucha política con ingredientes violentos, amenazas, pleito ranchero y, solo de refilón, la preferencia entre las bases de trabajadores.
Lara Alberto quedó derrotado y afuera del sindicato y Martínez Lara Hugo como secretario general. Alberto Lara, el fanático de la parafernalia que se creó con la imagen del Che Guevara, aunque no necesariamente admirador o seguidor de sus ideales, apeló al vínculo familiar para que le permitieran ingresar nuevamente al sindicato. Alberto Lara se mantuvo dócil y disciplinado el tiempo necesario para fraguar la enésima traición, que al poco tiempo pudo llevar a cabo y lograr la expulsión de su primo. Con el riesgo de perder la vida, la suya y la de su familia, Hugo Martínez abandona sindicato y ciudad pues su primo había gestionado la desaparición de su consanguíneo.
Es relevante referir estas historias ahora que a Beto Lara le han perdonado las ofensas políticas, los agravios que en su tiempo aplicó a los panistas, al grupo del gobernador particularmente.
Hoy Beto Lara, que fue el principal promotor del PRI y de su candidato a gobernador Baltazar Hinojosa Ochoa, se retrata con los actores políticos más encumbrados del panismo, luego de participar de manera entusiasta en sus actividades, ya sea como espectador de primera línea o invitado especial.
Se equivocan quienes dicen que el jefe político de los panistas tamaulipecos es muy rencoroso, y que su hermano más. Serán si acaso de rencores selectivos y convenencieros. A Beto Lara ya lo perdonaron a pesar de sus agravios en campaña, sus diferencias políticas y de las burlas y ofensas que les hizo en el pasado.
Lo que no deben olvidar es que Beto Lara es un tipo que traiciona y que no tiene escrúpulos. Será su bronca si se dejan seducir por este guerrillero “totalmente Palacio”, por ese líder charro, por ese dirigente fifí que no tiene más convicciones que las cuotas sindicales y los negocios en las maquilas.