‘Fue nuestro ángel’; mexicano salva a migrantes en altamar rumbo a EU

Eduardo Pacheco
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CIUDAD DE MÉXICO. Mientras la embarcación de 12 metros se tambaleaba durante las 12 horas de viaje nocturno en el Pacífico de Tijuana a California, un inmigrante mexicano llamado Eberardo trataba de mantener el ánimo de los pasajeros que estaban en pánico.

“Piensen en Dios y en lo que más quieren: un hijo, su mamá”, recuerda haber dicho Eberardo, de 36 años, que intentaba volver con su familia en el Medio Oeste de Estados Unidos tras ser deportado a México. “Que eso te dé fuerzas”

Finalmente, la escarpada costa de California empezó a verse más cerca.

“Vamos a llegar”, dijo Eberardo a los otros 31 pasajeros, todos ellos, excepto uno, inmigrantes mexicanos como él que habían pagado a un contrabandista para realizar el arriesgado viaje aquel día de principios de mayo.

Entonces, cuando se acercaba a la popular zona de senderismo de Point Loma, en San Diego, el barco chocó con algo: rocas o una fuerte ola.

“¡Se está metiendo agua!”, gritó alguien.

Julio, un mozo de almacén mexicano de 25 años, dijo a Reuters que trató de subir a la cubierta, pero que no pudo atravesar la aglomeración de otros pasajeros. Dijo que él y otro hombre intentaron abrir una ventana, mientras las agresivas olas los lanzaban de un lado a otro de la habitación.

Pronto, el agua le llegó al cuello. Dos mujeres que estaban cerca empezaron a hundirse.

“Pude ver la angustia en sus ojos”, dijo Julio. Él también sintió que se hundía, pero le vino la imagen de su hija de tres años y pensó: “No, tengo que sobrevivir”.

El naufragio, en el que murieron tres personas, fue un ejemplo mortal de una tendencia creciente en la costa de California: cada vez más migrantes cruzan por mar hacia Estados Unidos, ya que la frontera terrestre se ha vuelto más difícil de atravesar, según la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos. La entidad reportó que las detenciones en el mar en el área de San Diego se han duplicado con creces con respecto al año fiscal 2019 hasta alcanzar los mil 626 a mediados de agosto.

El año fiscal 2021 también ha superado a otros años recientes en cuanto a muertes de migrantes en el Pacífico en el área de San Diego.

Además de las personas que murieron en el naufragio de mayo, el recuento de 2021 también incluye a un hombre que fue encontrado muerto en un bote en Carlsbad y a un hombre hallado en el oleaje cerca de Wipeout Beach en San Diego el 20 de mayo, después de que los contrabandistas les dijeran a los pasajeros que saltaran al agua y nadaran hasta la orilla.

Dos migrantes a bordo del Salty Lady, la embarcación que zozobró con Eberardo a bordo, afirman que éste salvó vidas al vigilar de cerca al capitán de la embarcación, el ciudadano estadunidense Antonio Hurtado, de 39 años, quien, según dicen, actuó de forma errática durante todo el viaje.

El abogado de Hurtado y sus familiares no respondieron a las solicitudes de comentarios. Hurtado ha sido acusado de contrabando de personas, incluido contrabando con resultado de muerte, y de agredir a un agente de la Patrulla Fronteriza tras el naufragio cuando los agentes intentaban colocarle los grilletes.

Se ha declarado inocente y está en prisión a la espera de juicio. En 2018, Hurtado fue condenado a 60 días de prisión preventiva por posesión de una sustancia regulada, según los registros judiciales.

Este relato del hundimiento del Salty Lady se basa en entrevistas con Eberardo y otros dos migrantes a bordo y con algunos de sus familiares y abogados, así como con testigos presenciales que vieron cómo se partía el barco.

Los migrantes y sus familias hablaron con la condición de ser identificados sólo por sus nombres de pila.

Eberardo “fue nuestro ángel”, dijo Edgar, un agricultor mexicano de 31 años que estaba a bordo.

Para Eberardo, sus acciones fueron también una oportunidad de redención.

UN TERRIBLE ERROR
Cuando Eberardo tenía 6 años, dijo, se encontró el cuerpo de su padre con un disparo en un camino rural cerca de su rancho en México. La familia sospechaba que había sido víctima de una disputa de tierras, pero la madre de Eberardo advirtió a sus cinco hijos que era demasiado arriesgado investigar, relató.

Ella empezó a despertar a Eberardo a las 3 de la mañana para que ayudara en la granja buscando agua y arreando el ganado, recuerda él. Agotado, se quedaba dormido en la escuela, para pasar las tardes vendiendo queso y crema a los vecinos hasta las 10 de la noche. Dejó la escuela a los 13 años y empezó a realizar esporádicos bombeando gasolina o fabricando puertas.

Cuando su hermano mayor le propuso venir a Estados Unidos, Eberardo, que entonces tenía 19 años, aprovechó la oportunidad. Cruzó la frontera de Texas sin ser detectado y se instaló en el Medio Oeste, donde trabajó en algunas fábricas y se enamoró de una mexicana, que también estaba en Estados Unidos ilegalmente y tenía un hijo de una relación anterior.

Eberardo y su esposa, María, tuvieron dos hijas, ambas ciudadanas estadunidenses, y él se dedicó a ellas. Cuenta con orgullo que cambiaba la mayoría de los pañales. Las fotos de su página de Facebook muestran a sus hijas con vestidos con volantes y coletas altas.

Ganaba unos 2 mil dólares al mes trabajando en una fundición de aluminio. Pero cargar con los moldes, que pesan hasta unos 80 kilos, le pasó factura. Cuando, dolorido, fue al médico cerca de la Navidad de 2014, le dijeron que tenía tres hernias discales, señaló.

La lesión apenas le permitía caminar, dijeron Eberardo y María, y mucho menos de trabajar en una fábrica. Contrajo una deuda de unos 12 mil dólares.

Entonces, relató Eberardo, recibió una oferta: Entregar un kilo de heroína en el aparcamiento de un supermercado. Dice que dudó. Pero su contacto no dejaba de recordárselo y finalmente el atractivo de poder reducir las deudas con los 5 mil dólares que le ofrecían fue demasiado fuerte.

El cliente de la heroína, sin embargo, era un agente de la ley encubierto, muestran los registros judiciales. El 18 de septiembre de 2018, Eberardo fue detenido y acusado de intento de distribución de una sustancia regulada.

En los registros judiciales que explican cómo debe ser sentenciado, el gobierno reconoció que la infancia de Eberardo se vio afectada por la muerte de su padre.

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