Por Pegaso
No me quiero comparar con Nostradamus, con Madame Blavadsky, con El Brujo Mayor, con Walter Mercado o con Los Simpsons, pero ahí está.
Empezaron a salir los locos en territorio gringo, aguijonados por el discurso de odio de El Trompas, a exterminar mexicanos y latinos.
Como ocurrió durante la Alemania Nazi, viene la etapa de exterminio.
Hitler usó las SS (brigadas militares) para detectar judíos y meterlos en los chiqueros que después fueron conocidos como campos de concentración, donde hacían experimentos con ellos y convertían su grasa en jabón.
Desde acá, desde mi cumulonimbus favorito, veo con horror cómo un jovenzuelo de 21 años, apenas cumplió la mayoría de edad y se arrancó a comprar una poderosa AK-47 en una tienda de armas de su natal Dallas, Texas.
Patrick Wood Crucius es el nombre del chavo que, inspirado por El Trompas, se colocó en posición de francotirador en un centro comercial, de los conocidos como mall, y ahí empezó a darle gusto al gatillo, buscando con la mira telescópica a cuanto mexicano o latino pudiera dirigir las balas criaminales.
Logró siete puntos… perdón, mató a siete mexicanos e hirió a otras muchas personas que se le pusieron al frente.
Ataques de este tipo ocurren con mucha frecuencia en los Estados Unidos, por parte de individuos que se dejan seducir por los grupos supremacistas que gobiernan aquel país, como los Ku Kux Klan, la Riffle Association, Bones and Skulls y los Minuteman. Lo que pasa es que los medios de comunicación callan para mantener firme el famosísimo “estilo de vida norteamericano”, que consiste en esnifear coca todo el día, en fumerse cuanto churro se pueda, en endeudarse en las tiendas, hacer barbacoas los fines de semana y ver los partidos de futbol americano por televisión.
Sin embargo, lo que ocurrió ayer en El Paso es diferente.
Inspirado por el discurso de odio de El Trompas, que en los últimos días ha ido creciendo, el imberbe jovenazo pensó tal vez hacer un servicio a su país exterminando a los prietos, chaparros, barrigones y feos mexicanos que se atreven a ir a sus centros comerciales a comprar sus productos.
Lo he dicho en varias ocasiones. El loco y racista presidente gringo está preparando un golpe de timón para instaurar el Cuarto Reich. Y si no lo ha podido hacer hasta ahora, está preparando las bases para hacerlo en un segundo período presidencial.
Sabemos, por ejemplo, que en Estados Unidos hay más grupos nazis que en la propia Alemania. Que los grupos supremacistas están creciendo como hongos a la sombra de El Trompas y que cada palabra que salga de su boca es un exhorto a tomar acciones bélicas contra los mexicanos e hispanos que hay en su territorio.
¿Qué nos espera?¿Podremos ir ahorita mismo a McAllen y andar tranquilos en los centros comerciales?¿O debemos esperar que aparezca otro tarado disparando un rifle de alto poder?
Tan sólo aquí, cerquita, en McAllen, hay por lo menos doce o trece negocios que venden armas.
Y las venden a quien sea, siempre y cuando cumpla la mayoría de edad. Hay para todo gusto y se venden libramente, desde pequeñas escuadras para defensa personal hasta misiles Tomahouk, desde granadas hasta portaaviones, siempre y cuando se tenga el dinero suficiente para pagarlos.
Toda esa parafernalia gringa se originó en un apartado de sus documentos constituyentes: Cada ciudadano de Estados Unidos debe estar armado por si Inglaterra quiere recuperar el territorio que perdió después del movimiento independencista.
Y hasta la fecha, ese es el pretexto para que cada persona, desde que se convierte en adulto, tiene derecho a portar el arma que quiera.
Ya voy para un año que no cruzo hacia los Estados Unidos, y, ciertamente, esto me desanima aún más.
No quisiera que mi familia se pusiera en la mira de otro zafado que cree sigue ciegamente las palabras de racismo y odio de El Trompas hacia los mexicanos y latinos.
Nuestro Pejidente, quien ahora se befo de El Trompas y se lleva de patadita en el trasero, debía exigir de manera enérgica que le baje dos rayas a su discurso de odio, que está generando este tipo de respuesta entre la población idiotizada por las drogas.
Sin ánimo de ser augur, pitoniso, nigromante, brujo, astrólogo, vidente o profeta, puedo asegurar que no se trata de un caso aislado y que pronto van a salir por ahí más jovenzuelos orates dipuestos a cometer nuevos crímenes a nombre del Reich.
Ya estoy encabronado. Los dejo con el refrán estilo Pegaso que dice: “Engullo una oblea de maíz rellena con un guiso a base de músculo lingual”. (De lengua me como un taco).