Por Pegaso
Ahora que andaba yo volando entre cirros, estratos y cumulonimbus recordé aquella idea de algún día formar una fundación o patronato para impulsar el potencial de los niños genios, ya que son ellos, precisamente, los que realmente podrían sacar adelante a este país, urgido de materia gris.
La idea viene de una película mexicana del 2015 llamada “El Jeremías”.
El largometraje explota el tema de los niños superdotados.
La película en sí no tiene un gran mérito, aunque fue nominada para nueve arieles, pero posee un interesante transfondo desde el momento en que nos muestra a un chaval que sobresale del resto de sus compañeros por su inteligencia.
Alguien descubre su potencial y lo canaliza hacia un instituto que se encarga precisamente de estudiar y fomentar el intelecto de los pequeños genios.
Comentaba con un amigo cómo países como Japón y China dan tanta importancia al desarrollo intelectual de sus jóvenes, desde muy temprana edad. Cuando detectan un chico sobresaliente, inmediatamente lo seleccionan para proyectos de mayor importancia que a corto plazo traerán desarrollo tecnológico.
Aquí, por el contrario, notamos que alguien es diferente, o es más listo que nosotros e inmediatamente le echamos bullying.
En México, los niños genios son escasos, el 3%, de acuerdo con el Director de “El Jeremías”, Anwar Zafa, pero el trato que se les da es completamente inapropiado, yo diría que hasta discriminatorio.
En los Estados Unidos, que siempre se ha caracterizado por su desarrollo industrial y tecnológico, hace mucho dejaron a un lado el estereotipo del “nerd” como sinónimo de fracasado o “bicho raro”.
Ahora son ellos, los “nerds”, precisamente, los que mantienen a ese país como una superpotencia mundial. Sólo recordemos a Bill Gates, el creador de Microsoft, a Steve Jobs, de Apple o a Jeff Bezos, de Amazon, quienes cambiaron el mundo con su inventiva.
Le decía a un buen amigo que si queremos salir adelante en México, debemos apoyar a los genios desde edades muy temprana.
Sucede que los niños prodigio nos maravillan, pero pasan los años, se vuelven adultos y se pierden en el anonimato. Sólo unos cuantos logran alcanzar todo su potencial, y esos se van a los Estados Unidos, Europa u Oriente.
Hacer que se queden en México, pero además, lograr que apliquen su intelecto en solucionar los problemas más acuciantes del país, es un reto que se debe tomar.
Aquí, en Reynosa, la Administración Municipal retomó la idea, e incluso, se plasmó en un proyecto, pero ya no se le dio seguimiento.
Buscar niños superdotados, como se hace en Japón, en China y en la Unión Soviética, no debe ser un asunto que se tome a la ligera, porque de ello depende nuestro futuro como nación.
O qué, ¿debemos resignarnos a ser siempre un país subdesarrollado?
Termino esta colaboración con el esperado refrán estilo Pegaso: “Intelecto superior y silueta, hasta el túmulo”. (Genio y figura, hasta la sepultura).