Por Pegaso

Me abstengo de asistir a los eventos que encabeza el Pejidente ALMO en Reynosa para evitarme disgustos a causa de la discriminación.

Aún recuerdo, como si fuera ayer, ese 4 de enero del 2019, cuando vino a Reynosa por primera vez, investido ya como mandatario, y nos dejó afuera a la mitad de los periodistas locales.

Ahora creo que dejará a todos fuera en la mañanera y solo entrará su séquito de comunicadores que lo acompañan de la Ciudad de México, los sentarán separaditos, para evitar contagios y les proporcionarán un script para que hagan preguntas a modo.

Durante su campaña política gustaba de rodearse de multitudes, llegar al lugar del evento, saludar a las viejas fodongas de a cachetito y cargar a los chiquillos mocosos.

En Jarachina Sur hasta nos pusieron un bonito templete a los periodistas locales y nos mandaba saludos con el brazo alzado y con una sonrisa de oreja a oreja.

Ahora nos hace el fuchi porque nos califica de chayoteros, fifíes y neoliberales, tomando como pretexto el coronavirus para mantenernos lo más alejados posible.

Dicho lo anterior, procedo a desarrollar el tema central de este opúsculo.

Ya sabéis que todo prohombre, auténtico líder o estadista tiene sus ideólogos de cabecera.

Lo tuvieron Juárez, Lincoln, Madero, Mandela y otros grandes gobernantes que aportaron mucho a sus respectivos países y liberaron en cierto modo a sus oprimidos pobladores.

Todos ellos abrevaron de grandes pensadores e ideólogos, principalmente de la Antigüedad Clásica, como Platón, Aristóteles, Séneca, Cicerón, Tácito o Plutarco; de la Revolución Francesa: Montesquieu, Voltaire, Rousseau o Robespierre; de la Revolución Rusa: Lenin, Tolstoi o Trotsky; del movimiento pacifista de La India: Gandhi; de los movimientos emancipadores de China: Ho-Chi-Minh, Chian Kai-shek y Mao Tse-tung; de la Revolución Cubana: José Martí o de la mismísima Revolución Mexicana: Flores Magón, Vasconcelos, Magaña, Cabrera, Palavacini, Mújica y Ángeles.

Cada revolución, cada gran transformación social proviene de una ideología.

¿Quién dice que nuestro Pejidente no libó de las ideas de grandes pensadores?

Miente quien lo tacha de ignorante.

De sus múltiples apariciones públicas, de sus discursos y frases repletas de sabiduría, concluyo que tuvo grandes maestros que le transmitieron su sapiencia en el arte del buen gobierno.

Para empezar, creo que la mayor influencia la tuvo desde muy joven de ese gran filósofo existencialista, Tin Tán.

De ahí extrajo su famosísima frase: “¡Me canso, ganso!”

Otros ilustres pensadores cuya gran ascendencia se nota en cada frase que sale de su ronco pecho son, por orden de importancia: Polo Polo, Jo-Jo-Jorge Falcón y La Chupitos.

Analizaba yo con un buen amigo la serie de ideas a que se vio expuesto el Pejidente desde muy joven, cuando militaba en el Partido Robolucionario Institucional.

En un momento dado debió tener una gran epifanía para decidir qué camino debía tomar, diferente al de toda esa bola de corruptos, ojetes, cínicos y fifís que le ofrecían enriquecerse sin mucho esfuerzo a cambio de su complicidad.

-Tengo la convicción-le dije a mi cuate- de que ALMO no ambiciona riquezas, tampoco el poder. Él lo que quiere es pasar a la historia al lado de Juárez, Morelos, Hidalgo y Madero.

Que se adornen escuelas con su busto, que se le hagan honores en su natalicio y aniversario de su fallecimiento, que se le mencione en los libros de historia, que salga su efigie en billetes y monedas.

Tal es la ambición que yo noto en este gran prohombre, al que hay que cuidar, amar y venerar para que nos saque a los pobres de la jodencia en que siempre hemos estado.

Concluyo mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “En territorio de invidentes, quien posee un solo órgano de la visión es el monarca”. (En el país de ciegos, el tuerto es el rey).

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