Por Pegaso​

Luego de mi vuelo vespertino me puse a hojear las páginas electrónicas de los diarios nacionales y ahí estaba.​

Sí. La noticia fresquecita y en portada en un diario de circulación nacional, como es Excélsior: “Ofrecen cuatro alternativas a criminales; Estrategia Nacional”.​

No soy augur, pitoniso, nigromante o cartomanciano, pero ya lo había mencionado yo en algunas anteriores ocasiones: No hay otro camino que la negociación.​

En Estados Unidos, donde hay una mafiezota mucho más grande y organizada que en México, el Gobierno negocía. Claro que no lo hace directamente, sino mediante individuos que actúan por debajo del agua. Ellos trabajan en lo suyo y todos contentos, sin balaceras, soponcios, corretizas y desmadre.​

En Rusia, la Bratvá, hermandad o mafia roja, en China, Las Tríadas, en Japón, Los Yakuza, en Italia, La Camorra, y así, en cada país hay delincuencia organizada, pero están de acuerdo con los gobiernos para hacer lo que saben hacer sin dañar a la población civil. Y cuando lo hacen, pues todos se le avientan de a montón, como a Juan Charrasqueado, al infeliz que rompe las reglas no escritas del pacto.​

Si en todas partes hay mafia y si en todas partes se negocía con ellos, ¿por qué no en México?​

Ya lo había anticipado el Presidente de la República en su campaña política: Habrá amnistía para los criminales.​

Ahora, según Excélsior, “el Gobierno Federal planea ofrecer cuatro alternativas a las personas que delinquen, para que se alejen del crimen y se conviertan en empresarios”.​

Se trata de la Estrategia Nacional de Seguridad Pública que se analiza actualmente en el Senado y que, de aprobarse, permitiría que los capos de la droga y el crimen organizado se puedan transformar, en una especie de metamorfosis simbólica, en prósperos y respetados empresarios.​

Lo primero que se les va a ofrecer,-dice la nota- es un aumento en la esperanza de vida. Es decir, van a vivir más. En promedio un miembro de la delincuencia organizada de las “fuerzas básicas” no dura más de cinco años antes de que un soldado le sorraje una bala calibre 50 en la cabezota.​

Los de arriba duran un poquito más, pero igual se van a morir de manera violenta, más temprano que tarde.​

El documento que respalda la propuesta que ya está en el Senado es que la estrategia planteada es similar a la que se utilizó en Estados Unidos durante los años treinta o cuarenta para combatir a Al Capone y las mafias del alcohol, de donde surgió la bonanza de ciudades como Las Vegas, Miami y Atlantic City.​

La iniciativa contiene otras tres ventajas, como convertirse en empresario, llegar a tener prestigio y gozar de su fortuna en paz.​

Excélsior publicó además que se trata de un tema de disuación focalizada con varias opciones para los que andan de traviesos causando males: Desarrollo Alternativo, Prevención Especial de la Violencia y el Delito, Cumplimiento Regulatorio y Justicia Procesal, y Proximidad y Atención a Víctima.​

Si esto no es negociación, díganme qué es.​

O como decía un personaje de Eugenio Derbez: “¡Que alguien me explique!”​

La verdad, la verdad, es que no nos queda de otra. Millones de mexicanos, pobres, ricos, políticos, obreros, profesionistas, están de una manera u otra relacionados con la delincuencia organizada, así que la mafia es el pueblo.​

Y como dice El Peje: “Con el pueblo todo, sin el pueblo nada…”​

Ahora bien, lo que quieren los delincuentes es que los soldados vuelvan a los cuarteles y que todo sea como antes, cuando trabajaban en paz, sin disputarse entre ellos las plazas y lugares de paso, invirtiendo parte de su ganancia en construir escuelas, en comprar joyas y dientes de oro, en adquirir casas y vehículos y en general, haciendo una importante derrama en las comunidades.​

¿Qué tan difícil puede ser eso?​

Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: “En caso de no contar con la capacidad para contrarrestarlos, súmateles”. (Si no puedes con ellos, úneteles).