Alborotan más la gallera en la Sección 30

Eduardo Pacheco
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CONFIDENCIAL
Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.
Alborotan más la gallera en la Sección 30
El llamado a la unidad no calmó ánimos, al contrario: encendió la competencia interna por el asiento que ocupa —por segunda ocasión—el profesor originario del ejido Charcos de Abajo del municipio de Villagrán.
La reunión de líderes magisteriales celebrada, este miércoles, en Ciudad Victoria, lejos de traer sosiego a la Sección 30 del SNTE, terminó por confirmar lo que es un secreto a voces: la sucesión sindical ya arrancó de manera anticipada.
Aún falta un año para la elección, pero la efervescencia entre quienes aspiran a ocupar la oficina principal del sindicato es inocultable.
Basta leer parte de las declaraciones de dos voces fueron protagonistas en ese encuentro: Naif Hamsho, quien participó y perdió en la contienda pasada, y Abelardo Ibarra, actual secretario de Organización, también derrotado en la elección anterior.
Ambos, entrevistados por los medios, coincidieron en un discurso que buscaba poner paños fríos: llamaron a la unidad y a la prudencia, insistiendo en que todavía no son tiempos de campaña.
Sin embargo, como suele ocurrir en la política sindical, las palabras tuvieron un efecto contrario. Lo que debía sonar a mesura terminó funcionando como un disparo de salida para una carrera que todos saben ya está en marcha.
Hamsho advirtió que es legítimo que haya aspirantes, pero recalcó que la convocatoria saldrá en 11 meses y que no conviene adelantarse. Sus declaraciones, sin proponérselo, confirmaron lo que todos comentan en voz baja: los adelantados ya trabajan para ganar simpatías entre el magisterio.
Por su parte, Abelardo Ibarra sostuvo que es válido soñar, pero siempre en unidad con la base sindical y de la mano del dirigente nacional, Alfonso Cepeda. Fue un intento de remarcar institucionalidad, aunque no dejó de sonar como reconocimiento de que la gallera ya se alborotó.
Y es que, en realidad, nadie puede negar que la sucesión se vive desde ahora. Algunos lo hacen a plena luz, otros en discreto sigilo, pero todos mueven piezas como si la convocatoria estuviera a la vuelta de la esquina.
El caso de Enrique Meléndez es claro: busca repetir la historia de Arnulfo Rodríguez Treviño y contender nuevamente por la secretaría general. La diputada morenista, Blanca Anzaldúa, por su parte, aprovecha la tribuna legislativa para enviar mensajes al magisterio. Y detrás de ellos hay más nombres que suenan, aunque todavía no se muestran abiertamente.
En este contexto, lo que parecía un llamado a la calma terminó siendo gasolina en un ambiente de efervescencia política y gremial.
El propio Arnulfo Rodríguez Treviño, actual secretario general, queda en medio de la escena. Su gestión será juzgada dentro de un año, y la base sindical decidirá si su paso por la oficina principal se tradujo en beneficios reales o solo en desencanto.
No obstante, si la evaluación fuera hoy, el profe Arnulfo no aprobaría el examen. Estaría reprobadísimo.
La interrogante, sin embargo, no cambia: ¿para qué quieren ser secretarios generales de la Sección 30?
La respuesta debería ser obvia: para mejorar las condiciones de los maestros, para defender sus derechos, para elevar la dignidad del magisterio tamaulipeco. Pero la historia ha demostrado otra cosa: demasiados dirigentes han usado el cargo como trampolín político y económico.
No son pocos los que, tras dejar la secretaría general, salieron convertidos en nuevos millonarios. El poder sindical les permitió amasar fortunas, y nadie pudo frenar el manoseo de las cuotas sindicales.
Cada quincena, los maestros entregan parte de su sueldo con la esperanza de que esos recursos sirvan para fortalecer al sindicato, no para enriquecer a sus líderes. Sin embargo, la falta de candados efectivos en la administración de esas aportaciones sigue siendo el gran pendiente.
Por eso, más allá de nombres y aspiraciones, lo que realmente debería discutirse es cómo blindar esos recursos, cómo garantizar que se apliquen con transparencia y en beneficio de quienes los generan.
El magisterio no necesita un dirigente con ambiciones desmedidas, sino alguien dispuesto a rendir cuentas claras, a trabajar por los derechos de los docentes y no por la consolidación de un patrimonio personal.
De lo contrario, se repetirá la misma historia: campañas llenas de promesas, dirigentes millonarios y maestros frustrados.
La reunión de este miércoles, lejos de ser un bálsamo, terminó confirmando lo que todos sospechaban: la carrera por la Sección 30 ya empezó.
Y lo peor es que, en lugar de unidad, lo que quedó expuesto es que el sindicato está más dividido que nunca.
La base sindical tendrá la última palabra. Ellos decidirán si entregan otra vez el poder a los mismos de siempre o si apuestan por alguien que entienda que la verdadera fuerza del sindicato está en servir, no en servirse.
ASI ANDAN LAS COSAS.
roger_rogelio@hotmail.com
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