Ciudad de México.- La encuesta más reciente de El Financiero ha hablado: Ana María Ibarra Olguín aparece entre las favoritas para ocupar un lugar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con un 7% de intención de voto entre las mujeres candidatas.
Su nombre se abre paso —no con estridencia, sino con autoridad— en un escenario donde el ruido suele pesar más que los méritos.
Tiene 40 años, pero su expediente profesional tiene el grosor de quien ha vivido muchas vidas en la justicia.
Secretaria de Estudio y Cuenta en la ponencia del ministro Arturo Zaldívar por casi una década.
Directora del Centro de Estudios Constitucionales de la SCJN.
Hoy, magistrada de circuito en el corazón del primer circuito judicial del país.
No es ajena al aula ni al debate: ha dado cátedra en el ITAM, el CIDE, la Ibero y la Escuela Federal de Formación Judicial. Es doctora en Derecho por la Universidad de Virginia y autora —o mejor dicho, arquitecta— de más de cuarenta obras sobre igualdad, libertad, justicia y derechos humanos.
Su biografía no es solo extensa: es coherente. Su voz no busca reflectores, pero sí resonar donde más importa: en la conciencia jurídica del país.
Por eso no sorprende verla tan alto en las encuestas.
Porque cuando la experiencia es verdadera, la juventud no es obstáculo: es bandera.
Y si algo ha quedado claro, es que una silla en la Corte lleva ya el nombre de Ana María Ibarra Olguín, bordado con méritos y visión.