Tiempo de opinar
Por Raúl Hernández Moreno

En Morena los pleitos internos nunca acaban. Ya viene la renovación del consejo político municipal y los grupos cierran filas para intentar obtener el mayor número de espacios posibles.

De por los cinco grupos visibles, se están concentrando en dos: el de Heriberto Cantú-Carlos Canturosas y el de los que se autodenominan morenistas de origen.

En medio de los dos grupos subsisten los que no pertenecen ni a uno ni otro y son promotores de la unidad, unidad que en Morena parece imposible, porque los morenistas practican la antropofagia. En vez de debatir y pelear con los demás, les gusta devorarse entre sí.

Este canibalismo político nació a la par que el partido y pocos saben, y los que saben fingen no saberlo, que en los inicios de Morena, Heriberto Cantú buscó y consiguió una candidatura a regidor con el PAN en el 2013, partido que en el 2001 le permitió ser candidato a la presidencia municipal.

Y mientras Heriberto trabajaba con el PAN, Canturosas alentó la división de Morena, con Estuardo Alvarez que en el 2015 apoyo a la candidata del PAN a la diputación federal, Laura Zarate, y después se fue a apoyar a Jorge Valdez en su aventura por la gubernatura del PRD.

Y todo a la vista del público. Ni siquiera se guardan las formas, porque si otros lo hacen, está mal, pero si ellos lo hacen, está bien.

A Morena le hacen falta más militantes y menos generales. Le hace falta más gente que trabajen en el territorio y no narcisistas que se sienten herederos de Andrés Manuel López Obrador.

Hoy hay quienes se sienten dueños de Morena y sienten que son infalibles. Es lo mismo que pensaban cuando estaban con el PAN y es lo mismo que van a pensar cuando el día de mañana cambien de partido y así va a ser si Morena cae en desgracia y no repite en la presidencia de la república. Perdido ya, ¿quién va a querer seguir estando en el partido? Solo los militantes de a de veras, que no ven en Morena ni un instrumento de venganza ni una vía para mejorar su estatus económico, o por lo menos como una fuente de empleo. Los que reciban un sueldo, ahí van a estar, auto-proclamándose morenistas puros, pero si quedan desempleados se les va a olvidar el amor al partido.

Es una lástima que Morena no haya sabido aprovechar su crecimiento espontáneo; es una lástima que se peleen por cargos que no existen, porque primero deben ganar y después pensar en cómo distribuir lo ganado.

Hoy los grupos pelean con uñas y dientes; se insultan, se golpean, convencidos cada uno de esos grupos de que son más fuertes que los demás y que al ganar una partida la ciudadanía los va a apoyar y no necesitaran de los grupos internos perdedores.

Los morenistas se golpean entre ellos, los otros partidos no intervienen, ¿para qué? sí solos se hacen daño.

No hay un solo personaje de Morena, de los que sacan la cabeza al público, que no haya sido víctima de los señalamientos y críticas de los que se suponen son sus compañeros de partidos.

Mientras sigan así, no van a crecer como partido.