Tiempo de opinar
Por Raúl Hernández Moreno

Se cumplió el primer tercio de las campañas políticas y estas siguen tan aguadas como ¡una sopa de fideo!. A este ritmo, se antoja difícil alcanzar una votación del 40 por ciento y quizá no anden tan alejados los que calculan una participación de entre un 30 a un 35 por ciento. Con una participación así va a ser fundamental la intervención de las estructuras territoriales, que básicamente las tienen el PAN y el PRI.

En el pasado estas estructuras les han dado triunfos aplastantes a ambos partidos.

El PAN logró 84 mil votos en el 2013 y 78 mil en el 2016, contra menos de 50 mil de su rival más cercano.

Y en el 2010, el PRI alcanzó 83 mil votos, contra 22 mil de su más cercano contrincante.

En el proceso electoral actual no hay un solo personaje que asuma un liderazgo en Nuevo Laredo. No lo hay ni el PAN, ni Morena ni ningún partido. Lo que estamos viendo es una competencia de partidos, de estructuras. La gente va a votar por las siglas de los partidos, no por los candidatos.

En las últimas elecciones estas estructuras se han movilizado el día de la jornada electoral y no en el sentido de que ese día se vota, sino en la movilidad que logran los partidos, porque una cosa es el voto de los que participan por civilidad o empatía con algún candidato o partido, y otra el trabajo de los operadores. El trabajo conjunto de los operadores políticos de un solo partido es el que permite tener la certeza de que el día de la elección se sacó a votar a 50, a 60, a 90 mil gentes, aunque no se sepa con exactitud los votos positivos.

Faltan 30 días de campaña y los partidos harían bien en meterle más ganas si quieren vencer el abstencionismo, es decir, que se logre una votación de más del 50 por ciento.

En otro tema, cuando nos desgobernaba Vicente Fox, los mexicanos creíamos que con él se rompería el molde y ya no habría un Presidente tan chiflado; con Enrique Peña Nieto pensamos que no habría otro tan despistado; y de pronto llegó Andrés Manuel López Obrador, les dio un empujón a Fox y a Peña y les dijo: ¡Quítense que aquí estoy!

López Obrador va que vuela para ser el peor Presidente en la historia de México. Santa Ana le está quedando corto y eso que este no vaciló en dejar el cargo para defender la patria, aunque lo hizo tan mal que perdió, a diferencia de AMLO que le tiene pavor a Donald Trump y por eso no protesta cada vez que nos insulta. Debería seguir los ejemplos de Theresa Mey y Ángela Markel, que esas si son señoronas y le responden cuando hay que hacerlo.

La última ocurrencia de López Obrador fue pedir que levantaran la mano, en un evento de 4 mil gentes en Oaxaca, si estaban de acuerdo en la construcción del tren transístmico, la mayoría levanto la mano y AMLO dijo que ya es legal, sin importar que en el Estado viven 4 millonesde habitantes.

Ahí en Oaxaca la gente está harta de que los maestros del CNTE no den clases y se dediquen a bloquear carreteras, museos, restaurantes turísticos, pero nadie los para, sin importar el color del partido que gobierna.