-Descarrilamiento, tragedia nacional

Eduardo Pacheco
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¡Carroñeros!

 

-Descarrilamiento, tragedia nacional

-No habrá investigación

-33 millones en la informalidad laboral

 

 

Tiempo de opinar

Raúl Hernández Moreno

 

Trece muertos y 98 heridos es el resultado del descarrilamiento del tren interoceánico. Es una tragedia nacional que, si hubiera ocurrido en el sexenio del PRI o el PAN, hoy estarían festejando los carroñeros de la izquierda.

Ya hubiera salido el bocón de Noroña o el mitómano de AMLO a exigir la destitución de la presidenta Claudia Sheinbaum, su enjuiciamiento y crucifixión, con el argumento de que todas las transas grandes se hacen con el consentimiento del presidente.

Estarían, además, demandando una investigación judicial para deslindar responsabilidades, porque en la construcción del tren están metidos Andy y Gonzalo López Beltrán y Amílcar Olán, empresario y amigo de Andy y quien acrecentó su fortuna con la construcción de los trenes Maya e Interoceánico.

Ambos trenes huelen a corrupción. En ambos se han registrado descarrilamientos a pesar de ser nuevos.

Pero no habrá investigación, porque la 4T protege a los suyos, hasta la ignominia. No solo protege a los suyos: igual hace con los adversarios que se afilian a Morena, como pasó con el senador Miguel Ángel Yunes.

Cabeza de Vaca debe animarse a declararse fan de Morena y es casi seguro que en automático desaparecerían las carpetas de investigación en su contra y además lo invitarían a ser embajador en el país que él escogiera, que bien podría ser Estados Unidos.

Qué bueno que la izquierda es gobierno, al menos así nos salvamos de la crítica carroñera con que estarían usando la tragedia del tren, como lo hicieron con Ayotzinapa y que nunca han resuelto en los siete años que llevan de gobierno.

Por cierto, si AMLO es mendaz, la presidenta Sheinbaum es igual.

Acaba de festinar que en México la tasa de desempleo anda en 2,7, similar a la de Japón, que es de 2.6.

Lo que no dice es que la población económicamente activa en México es de 61 millones, de los cuales 33 millones trabajan en la informalidad, es decir, no cotizan en el IMSS, no pagan impuestos en la misma proporción que los que sí lo hacen los que trabajan en empresas legalmente constituidas.

Bajo ese esquema, la tasa de desempleo debería ser de cero, porque si una persona, joven o vieja, no encuentra trabajo en una empresa registrada en el IMSS, el SAT, el Infonavit, se instala afuera de su casa y se dedica a vender tacos o dulces, en automático pasa a ser un empleado informal, aunque carece de la seguridad social y no paga ISR, ni nómina, ni Infonavit y un largo etcétera.

Esa persona -y hay 33 millones en México- se queda en la informalidad porque no tiene opción. Necesita vivir y no a todos les gusta vivir de la caridad gubernamental o privada. Muchos sienten vergüenza al recibir caridad, sin importar que el que los ayuda lo haga con la mejor de las intenciones.

El gobierno mexicano ha sido incapaz de generar un entorno laboral en el que todos, sin importar su edad y sus condiciones físicas, puedan encontrar trabajo, como sí sucede en los Estados Unidos.

En México, para una gran mayoría de empresas los mayores de 35 años ya son viejos, a los que se les niegan oportunidades laborales porque hay la convicción de que van a pedir incapacidad médica cada tres o cuatro meses.

Y si el solicitante de empleo tiene una discapacidad física, peor el asunto: creen que el trabajador no busca un patrón sino un padre que los mantenga.

Necesitamos una reforma laboral más agresiva, que acabe con la informalidad o que la convierta en un porcentaje mínimo. Si alguien va a vender dulces fuera de su casa, que lo haga por distracción y no por necesidad, que lo haga para reunir fondos y ayudar a grupos vulnerables, porque siempre habrá ancianos sin familia, enfermos crónicos, huérfanos, animales sin un hogar, a quienes ayudar.

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