El dilema del PAN: romper con el cabecismo o desaparecer

Eduardo Pacheco
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CONFIDENCIAL
Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.
El dilema del PAN: romper
con el cabecismo o desaparecer
En el Partido Acción Nacional de Tamaulipas no hay calma: lo que hay es una lucha intestina que definirá si el panismo sobrevive o muere. La renovación de los Comités Municipales ha destapado heridas profundas y abrió la antesala a la elección del Comité Directivo Estatal.
Más allá de los nombres, el dilema es brutal: ¿será el PAN capaz de liberarse del yugo de los García Cabeza de Vaca, o se hundirá con ellos en la irrelevancia?
Hoy, Acción Nacional transita entre dos caminos. Uno es el de la continuidad, con Francisco García Cabeza de Vaca empeñado en mantener el control absoluto. El otro es el de César “El Truko” Verástegui Ostos, quien aparece como la figura más visible para disputarle la dirigencia estatal.
La pregunta es si el exgobernador permitirá un proceso democrático o volverá a imponer la ley del garrote.
Los comités municipales ofrecen señales inequívocas: en muchos de ellos se han impuesto perfiles identificados con Verástegui, y no con los cabecistas. Eso refleja un repudio creciente hacia el exgobernador y su hermano Ismael, cuya sombra ha terminado por ahogar al partido.
Ese repudio no es menor. El año pasado, en la elección para renovar el Comité Ejecutivo Nacional del PAN, apenas votó el 30 por ciento de los militantes tamaulipecos. El 70 por ciento restante prefirió quedarse en casa, entre la indiferencia y la decepción. Esa cifra es la prueba más clara de que la militancia no se siente representada por el grupo cabecista.
Cabeza de Vaca dejó de ser un liderazgo para convertirse en un lastre. Su nombre divide, genera sospecha y aleja a quienes alguna vez vieron en Acción Nacional una alternativa seria de poder. Hoy, lo que representa es el recuerdo de un gobierno marcado por el autoritarismo y los excesos.
En este contexto, la eventual llegada de Verástegui Ostos a la dirigencia estatal será significativa solo si se atreve a cortar con el cordón umbilical que lo ata al cabecismo. De lo contrario, el PAN se mantendrá preso de los mismos vicios que lo han hundido.
Ningún panista en su sano juicio cree que el partido pueda recuperar credibilidad mientras siga orbitando alrededor de los García Cabeza de Vaca. Lo saben los militantes de base, lo saben los dirigentes municipales y lo saben, sobre todo, los ciudadanos que no olvidan.
El abstencionismo interno del año pasado es una campana de alarma que no admite interpretaciones suaves. Tres de cada diez militantes acudieron a las urnas, y siete de cada diez les dieron la espalda. Ese dato no se explica por la apatía, sino por la repulsión a un liderazgo que ha perdido todo atractivo.
Acción Nacional necesita con urgencia reencontrarse con su militancia. Necesita demostrar que sigue siendo un partido vivo, capaz de reinventarse, y no un cascarón administrado por intereses personales. Para lograrlo, no hay otra vía que desmarcarse de los Cabeza de Vaca.
Los propios cabecistas parecen no entender que su tiempo ya pasó. Se aferran a la idea de que Tamaulipas les pertenece, cuando en realidad son percibidos como una rémora que impide avanzar al panismo.
El 2027 será la última llamada. Si para entonces el PAN no logra sacudirse a los García Cabeza de Vaca, corre el riesgo real de perder el registro estatal. Esa sería la lápida más amarga para un partido que alguna vez fue opción de poder.
Nadie gana con un PAN débil o moribundo. La democracia necesita contrapesos, voces críticas y partidos con credibilidad. Pero esas funciones no las puede cumplir un instituto político sometido a los caprichos de una familia.
Verástegui tiene en sus manos una oportunidad histórica: o asume el reto de construir un PAN nuevo, auténtico, libre del control cabecista, o se convierte en cómplice de su agonía.
La disyuntiva es clara: romper o desaparecer. Fingir que nada pasa sería condenar al partido a la irrelevancia y entregar, en bandeja de plata, el 2027 a sus adversarios.
Lo cierto es que la militancia empieza a moverse. Los comités municipales que se están renovando marcan una tendencia: los cabecistas ya no arrasan, y muchos liderazgos locales han optado por la ruta del “trukismo”.
Pero esa ola necesita consolidarse en la dirigencia estatal. Sin ese paso, todo quedará en buenos deseos.
El verdadero enemigo del PAN no está afuera. No es Morena ni el PRI. Está adentro y se apellida García Cabeza de Vaca.
Por eso, el dilema que enfrenta Acción Nacional es, en realidad, una cuestión de sobrevivencia. O reconstruye su identidad, o se hunde abrazado al fantasma de un liderazgo repudiado.
En síntesis, hoy hay dos PAN en Tamaulipas: el PAN de los Cabeza de Vaca, marcado por el abuso y el fracaso, y el auténtico PAN, que aún espera ser rescatado. El desenlace dependerá de si los panistas tienen el valor de decidir a cuál quieren pertenecer.
ASI ANDAN LAS COSAS.
roger_rogelio@hotmail.com
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