Reflector/ Gilda R. Terán.
“El león duerme esta noche”
Eran los años sesenta, en donde el auge de la música, transformaba la vida familiar en espacios maravillosos para convivir con nuestros seres queridos al son de las melodías de aquellas épocas.
Y justamente en ese tiempo surge como una vorágine un grupo musical denominado “The Tokens, con raíces estadounidenses, el cual lograba con las notas musicales de “El león duerme esta noche” disminuir emociones que afligían al ser humano.
Le comento la letra de este adagio musical, decía “en la jungla, el león duerme esta noche, tranquila, no temas, pues el león está dormido” y esto sugería paz, tranquilidad, reflexiones, entre otras emociones.
Pero el autor de esta joya musical, fue un humilde sudafricano llamado Solomon Ntsele era de la etnia zulú, la misma del gran jefe Shaka Zulú, quien estuvo a punto de poner en jaque a los británicos durante su conquista de esos territorios.
Nació en 1909 en una villa perdida en Suráfrica, que entonces era una colonia británica, más tarde cambiaría su apellido por Linda debido a que era el nombre de su clan,
Y su canción Mbube, que significa León en idioma zulú, que grabó en 1939 junto a su grupo The Evening Birds, le valió apenas el equivalente a dos dólares, que fue lo que le pagó el dueño de un estudio por la pieza.
A pesar de la popularidad y el amplio uso de la canción por docenas de artistas, Solomon Linda murió en la más completa pobreza en 1962, a causa de una insuficiencia renal, tenía apenas 53 años, fue sepultado en una tumba sin nombre, tuvieron que pasar décadas para que se le construyera una lápida, haciendo justicia para sus generaciones.
En lo particular, la alegoría musical de “El león duerme esta noche” se asemeja a que en la vida cotidiana a pesar de los días grises y tribulaciones, siempre habrá momentos en que haya una luz en el camino.
Pues cualquier circunstancia de aflicción, tiene un principio y un final, no se puede perder la fe, para ver el sol nuevamente, pues la esperanza nunca fenece.
Y es que esta fuerza alentadora nace en cada una de las personas del mundo y conforma una parte de su identidad, puede derivarse de sus creencias y sueños por cumplir, aunque las esperanzas toman diversos caminos; en ocasiones se juntan y en otras se separan.
Además tiene dimensiones espirituales que se traduce en que la esperanza tiene que ver con la fe, con creer y tener confianza en algo, aunque no lo veamos, sin duda alguna
caminaremos en este diario vivir, rodeado de pruebas, de afanes, sinsabores, en fin de todo lo que es cotidiano en este existir, y a veces sentiremos que nunca cruzaremos las metas.
Pero es aquí, cuando surge la esperanza, si esa emoción activadora que nos produce cambios positivos, y nos empuja a seguir, y a no claudicar para lograr propósitos, sueños, y hasta salir avante en momentos cruciales.
Tomemos en cuenta, que habrá episodios o vivencias, en que se apersone el miedo que se convierte en un monstruo que nos paraliza, y nos estanca, truncando todas las esperanzas para enfrentar días nublados y grises.
Pero cuando fijamos la esperanza en nuestras vidas, fluyen estados de bienestar, que fortalecen nuestra esfera afectiva-emocional, y por lo tanto se puede superar las rachas difíciles.
También se ha visto que esta emoción alentadora nos ayuda a manejar el estrés, un aspecto especialmente interesante de la esperanza es que se asocia fuertemente con el sentido de la vida, con creer que nuestra vida tiene significado y propósito.
Las personas que tienen altos niveles de esperanza tienden a conectarse mejor con los demás, pues les interesan no sólo sus propias metas, sino las de las otras personas y son más capaces de considerar diferentes perspectivas o puntos de vista.
La mayoría de las respuestas de las reacciones emocionales han existido desde hace mucho tiempo y surgieron como parte de un proceso de adaptación y supervivencia de la especie humana.
En lo espiritual, nuestra esperanza está fundada en Jesucristo, que es la fuente de vida eterna, quien nos da una paz que sobrepasa entendimiento humano, que nunca se apague nuestra fe, que siga creciendo.
“En Dios solamente reposa mi alma, porque de él viene mi esperanza.” (Salmo 62:5).
Nos vemos en la próxima.
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