Tiempo de opinar
Por Raúl Hernández Moreno
El PRI está de fiesta, cumple este día 91 años de su fundación. En esas nueve décadas ha cambiado tres veces de nombre. El actual data de 1946.
Hasta 1989 fue un partido hegemónico que perdía elecciones municipales o de diputados, a conveniencia. En cambio arrasaba en las presidenciales y en las de gobernador.
En 1976 el PRI corrió las elecciones presidenciales solo, pues el PAN se abstuvo de presentar candidato, ante lo inútil de ganarle a un partido que ponía funcionarios de casillas, autoridades electorales y manipulaba resultados.
Fue hasta 1989 que el PRI perdió la primera gubernatura, la de Baja California, en una concertacesión con el PAN, a cambio de que este partido legitimara la llegada de Carlos Salinas.
Cuando en el 2000 el PRI perdió la elección presidencial hubo pitonisos que aseguraron que el tricolor desaparecería, pero en el 2012 resurgió y ganó la elección presidencial con Enrique Peña Nieto que se dio el gusto de darle una paliza a Andrés Manuel López Obrador y le ganó con una diferencia de más de 3 millones de votos.
El PRI llega a los 91 años convertido en la tercera fuerza electoral en el país, con apenas 12 de los 32 gobernadores.
Imposible predecir si el PRI volverá a resurgir en el 2021 como lo hizo en el 2012, pareciera que no, pero será el tiempo el que determine si regresa por sus fueros o todo se queda a nivel anecdótico.
En medio de todo esto, será hasta el viernes 6 cuando la Comisión de Procesos Internos del PRI emita el dictamen de procedencia de la planilla única para la presidencia de Comité Municipal que encabeza Jesús Valdez Zermeño, quedando pendiente la toma de protesta.
El 6 de marzo se cumplen 26 años del discurso que Luis Donaldo Colosio dio frente al monumento a la Revolución Mexicana en el que hablaba de un México sediento de justicia y del cual sus panegiristas insisten en que ahí empezaron sus diferendos con Carlos Salinas, aunque hay la versión documental de que antes de leer su discurso se lo envió al Presidente para que lo autorizara, lo que efectivamente se dio. No había enemistad, eran cuates, sencillamente las cosas no salieron bien.
Días después, el 23 de marzo, se dio el trágico fin de Colosio a manos de Mario Aburto, que está preso desde entonces, aunque los seguidores de las teorías de la conspiración aseguran que el asesino fue uno y el que está preso es otro.
Al mexicano le gusta el show y por eso en su momento se dijo que a Emiliano Zapata no lo mataron; que Pedro Infante simuló su muerte; que Juan Gabriel sigue vivo. Y si todo esto pasa en un país surrealista no deben extrañar las ocurrencias de Andrés Manuel López Obrador de quien Lucas Alamán estaría orgullosísimo por ser uno de los Presidentes más conservadores de la historia de México, por más que se disfrace de liberal.
Por cierto que el secretario de Colosio era Alfonso Durazo que después lo fue del Presidente Vicente Fox y hoy es Secretario de Seguridad Pública y su política de abrazos y no balazos, nomás no funciona.