Engaños

Eduardo Pacheco
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Maremágnum
Por Mario Vargas Suárez

El escándalo de los siervos de la nación en esto de la vacuna contra el COVID-19 a los mayores de 60 años de edad y la toma de fotografía de la Credencial de Elector y del mismo vacunado, causó molestias y ofensas entre la ciudadanía y los del serio color… de partido.

La actitud de los siervos de la Secretaría de Bienestar causó molestia en los ciudadanos inconformes por el mal uso que se dan a los datos personales registrados en la credencial del INE, principalmente por los partidos políticos, además se sabe que esta práctica es ilegal.

En todas las épocas -incluyendo la presente- a meses de la elección de que se trate, es frecuente que la autoridad inmediata, sobre todo en el mundo de la burocracia, pidan a los trabajadores los listados de nombres, con domilicio, número de INE, y de preferencia fotografía de la credencial para votar.

El periodista Arturo Sánchez Jiménez, publicó en La Jornada, que el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), está coordinándose con instituciones del gobierno federal relacionadas al proceso de vacunación contra el Covid-19, para afinar los protocolos y las medidas que garanticen la seguridad de los datos personales de la población que acuda a vacunarse.

Sin embargo, pese a la garantía que refrenda el agonisante INAI para la protección de datos personales de la población, la ciudadanía en general, poco cree en el buen uso de la información personal. Dicen que la ‘Burra no era Arisca… La hicieron’

Lo malo es que no solo los partidos políticos ¿adquieren? la información de millones de ciudadanos, sino que es sabido que bancos de datos completos son vendidos en el mercado ¿negro? para hacer llamadas (teléfonos móviles o fijos), envíen correo (postal o electrónico) y hasta visitas a domicilios particulares o laborales para la comisión de fraudes y en el mejor de los casos, propaganda.

Hace unos días un exempleado, recién jubilado por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) recibió una llamada telefónica en su equipo móvil de una voz femenina bien capacitada, con un tono de voz amable y muy persuasivo, que se identificó como empleada del INFONAVIT, con la intención de ofrecerle al ex trabajador, un crédito.

Las cantidades que le manejaron fueron nada despreciativas, además le comentaron que solo pagaría, aún por caja, 8 mil pesos mensuales y que solo serían entre 6 y 8 pagos por la misma cantidad. El resto del crédito lo absorbía el Instituto.

Otro detalle es que “…con motivo de la pandemia, el INFONAVIT nos rentó unas oficinas en el 16 Baja California No. 215 de Cd. Victoria, para mayor seguridad de los trabajadores, donde los estamos atendiendo.”

Sin duda el trabajador se entusiasmó porque le dijeron que su nombre estaba en la lista de trabajadores activos y no había problema porque ello significaba que podía hacer uso de ese derecho.

Los requisitos iniciaron simples y poco a poco fueron más exigentes al grado que solicitaron copias de las escrituras del predio donde se iba a aplicar el crédito, pese a que el ex trabajador insistía en entregar documentación en las oficinas del INFONAVIT, siempre había una razón para evitarlo, hasta que lo llamaron para la firma de la solicitud y al revisarla se percató de que estaba en blanco, solo un espacio estaba lleno con datos de una inmobiliaria.

El hecho hizo reflexionar al exempleado sobre preguntas simples: ¿De dónde obtuvieron el número telefónico… el nombre… número de afiliación del IMSS… cantidades…?

En una investigación periodística, con simples llamadas telefónicas nos enteramos que es una inmobiliaria con oficinas centrales en Tampico, que trabaja en coordinación con un despacho de arquitectos para avalúos de bienes raíces y vendedores en la capital de Tamaulipas.

Por cierto, los vendedores o ‘empleados del INFONAVIT’, son quienes siempre dan la cara a los clientes potenciales ¿o víctimas?, se caracterizan por ser jóvenes bien capacitados para persuadir a los ‘beneficiarios’ y lo hacen bien.

Quizá valga la pena comentar que los vendedores son muchachos con carreras universitarias concluidas, ya en la autónoma de Tamaulipas o en alguna privada, pero cuentan con educación superior.

En la próxima entrega registraré nombres, números telefónicos y domicilio de las empresas que, según ellos, rentan en el mismo inmueble del INFONAVIT un espacio, porque aseguran que el instituto los remite a ellos. ¿Negocio redondo?

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