Tiempo de opinar
Por Raúl Hernández Moreno

La Cámara de Diputados acaba de aprobar cambios a diversas leyes  fiscales que, entre otras cosas, imponen límites a los donativos  sujetos de deducciones y la oposición, en especial el PAN, puso el grito en el cielo y aprovecho para hacer política a su favor. Paralelamente  los organismos no gubernamentales, ONGs, sienten que esto va a afectar sus ingresos.

En esto de las deducciones  hay que hacer una  diferencia entre los  filántropos de corazón  y quienes donan para  salir en la foto y de paso aparecer como  generosos donando los impuestos que debieran pagar.

Y es que muchísimas empresas  aprovechan la deducción de los donativos para reducir el monto de los impuestos a pagar. No donan por  ser generosos, sino como una  estrategia fiscal. En vez de pagar al  fisco, le dan el dinero a organismos de  beneficencia.

Los límites,  ha dicho el SAT, con para las personas físicas, que podrán deducir  hasta el 15 de sus ingresos, en tanto que las personas morales, que son las que más donan, no  tienen  límites y podrán seguir regalando grandes  cantidades. .

En México, como  todo el mundo,  hay filántropos  de corazón, desde los que son archimillonarios y donan miles de millones de dólares, como MacKenzie Scott, que de 1919 a la fecha  ha donado más de cuatro mil millones de dólares, porque al divorciarse recibió una compensación de 31 mil millones de dólares, que nunca podrá gastarse; hasta los que donan 20 pesos al señor que pide ayuda en un crucero. Y no quieren que cuando entreguen los 20 pesos les aplaudan y les tomen la foto. Van a seguir apoyando a la gente, porque les nace. Qué importa que no puedan deducirlo de sus impuestos.

Esto de los  donativos deducibles se parece a  los políticos que cuando son funcionarios, viajan en aviones privados, consumen botellas de vino de 150 mil  pesos,  contratan exuberantes mujeres como  damas de compañía a un costo de varios cientos o miles de dólares por día, ofrecen comelitonas donde se contratan alimentos para 100 gentes, aunque sean 10 los asistentes, usan trajes de dos o tres mil dólares y un largo etcétera de excesos y abusos.  Pero terminan su función  y se vuelven muy  austeros en su vida privada,  porque  una cosa es  gastar dinero del erario y otra  hacerlo del propio bolsillo. Es muy fácil  regalar lo ajeno, lo difícil es hacerlo con lo propio.

Con límites legales o sin ellos, la gente que es generosa, lo va a seguir siendo  toda la vida, Aquí en Nuevo Laredo hay  una señora que no es rica, de   hecho vive de la pensión de su marido, y sin embargo, no se cansa en ayudar a la gente pobre, aún a costa de su  propia familia. El año pasado, vendió su automóvil para ayudar a familias más necesitadas  que la suya propia. Y dona, no para deducirlo de sus impuestos,  sino porque le nace, porque quiere y puede hacerlo.

A muchos les parece que esta noble mujer exagera al desprenderse de lo poco que tiene, pero ella lo  hace por  gusto. Vive, goza y disfruta ayudando a los demás.  No falta algún  vivales que se aprovecha de su  buen corazón para engañarla y quitarle unos pesos, pero eso a ella no la hace más pobre. Eso sí, le duele que haya bandidos de esa calibre que  en público presumen una decencia que no tienen,  lo que si tienen es el alma prostituida.