Maremágnum
Por Mario Vargas Suárez

La facilidad de la adicción humana al teléfono celular o Smartphone es sorprendente. No importa la edad, condición socioeconómica, religión, sexo o grado de escolaridad, el resultado es igual.

En algunos países su gobierno está tomando cartas en el asunto de tal forma que empiezan a prohibirse su uso en contextos específicos como los centros educativos, incluyendo en los universitarios.

En Gringolandia, específicamente Nueva York, la Universidad prohibió el ingreso de estos aparatitos de la comunicación, pero más por seguridad, que por ser distractores del proceso de aprendizaje.

Hace tiempo leí que un gringo con iniciativa, al enterarse de esta prohibición en la U de NY, ideó un vehículo con compartimientos para ‘guardar’ el Smartphone de las 7 de la mañana y hasta las 8 de la noche, por un dólar, debido a que empleados, maestros y estudiantes, se arriesgaban a que se los decomisaran al ser descubiertos por los sistemas de seguridad.

En Francia, a partir de este verano, los estudiantes menores de 15 años no podrán usar sus celulares durante la jornada escolar -incluyendo el receso-, pues el país europeo prohibió su uso, incluyendo tableta o relojes inteligentes.

La nota publicada en la Revista Forbes asegura que al gobierno francés le preocupa que los estudiantes se estén volviendo demasiado dependientes y distraídos con sus teléfonos.

En forma particular me sorprendió que la prohibición es vigente desde el 2010, lo nuevo en realidad es que la nueva ley, se extiende a los recesos y las comidas en la escuela. Desde luego que existen algunas excepciones a la prohibición, como la de los estudiantes con discapacidades.

En tierras aztecas el problema del abuso de los teléfonos móviles es ya un escándalo, porque incluso en las salas de cine, a pesar de la recomendación o restricción de su uso, la luz incandescente en la oscuridad, lastima. Se han dado conatos de pleito porque la gente se molesta si les llaman la atención por el uso de ‘su aparatito’.

Pero el problema va más allá de la escuela y de las salas cinematográficas, porque es común que empleados públicos o de la iniciativa privada, dejen sus labores por atender llamadas privadas o mensajes de las redes sociales.

Seguramente usted ha visto como los conductores de autos privados o públicos como ambulancias, patrullas, camiones recolectores de basura, etc., escriben en sus aparatitos de comunicación y no han faltado las campañas que se suponen concientizan a quienes estamos al volante.

Usted sabe que no miento cuando le comento que las empleadas domésticas y de mostrador, interrumpen sus labores por el uso indiscriminado del celular, que además resulta un gasto infructuoso, un gasto que no reditúa.

En clínicas y hospitales públicos y privados, reportan enfermedades como tendinitis y hasta lesiones más severas por el uso excesivo del teclado de los celulares, pero la adicción sigue cobrando víctimas.

Estudios formales sobre el tema han reportado que un alto porcentaje de usuarios duermen con el Smartphone cerca, incluso el ruido de un mensaje despierta a las personas que, desde luego, caen en insomnio.

Con sinceridad le comento que me sorprendió una nota del periódico digital Newsweek México, en septiembre de 2018, publicó que la diputada priista, Diana Patricia González Soto, presentó una iniciativa al Congreso de Coahuila para la prohibición del uso de teléfonos celulares dentro de las escuelas de educación básica en el estado.

La diputada aseguró que “un niño debe saber llevar un diálogo cara a cara y expresar sus emociones, es decir, desarrollar habilidades de comunicación…”, aseguró que la comunicación escrita, a través de los celulares, deforma el lenguaje y debilita el desarrollo de la escritura convencional.

Finalmente ¿Qué nos depara en el abuso de los Smartphone?