“Gobiernos que desprecian a sus atletas, pero no su dinero: ¿dónde está la beca de Ángel?”

Eduardo Pacheco
6 Min Read

DE PRIMERA ……LA DAMA DE LA NOTICIA

POR ARABELA GARCIA …….

“Gobiernos que desprecian a sus atletas, pero no su dinero: ¿dónde está la beca de Ángel?”

“Primero los jóvenes… para dejarlos en el olvido”

ANGEL ES UN JOVEN MATAMORENSE

En Tamaulipas —y en México en general— hay una extraña forma de premiar la excelencia: se castiga. Ganas competencias nacionales, representas al país en el extranjero, entrenas como reloj suizo… y como agradecimiento, te cancelan la beca. ¿Por qué? Porque no actualizaste tu “currículum”. Así, con burocracia de chiste, silencian el talento.

Este no es un caso aislado. Es el retrato habitual del desprecio institucional por el deporte. El protagonista hoy es Ángel Eduardo García Núñez, un joven tamaulipeco que debería ser orgullo estatal y nacional, pero que ha sido empujado —literalmente— a rifar productos y pedir apoyo en redes para cumplir con su sueño de representar a México en el Panamericano de Brasil y en el Mundial de Grecia.

Y sí, ese mismo México que lo necesita para presumir en competencias internacionales, es el que le da la espalda cuando toca apoyarlo.

Una beca que desaparece, pero el cinismo se queda

Ángel ganó en 2022 y 2023 la Olimpiada Nacional. Ha estado en tres Panamericanos. Entrena de lunes a sábado, cinco horas al día. No tiene beca de su escuela. Su única fuente de apoyo era el Gobierno de Tamaulipas, vía el INDE. Pero desde septiembre de 2024, nada.

¿Por qué? Porque no subió sus datos a tiempo. O eso dicen. Porque, vamos, ¿quién controla en México con precisión quirúrgica las bases de datos? Pero cuando se trata de cancelar apoyos, ahí sí hay eficiencia suiza.

Estamos hablando de 60 mil pesos, que no es ni el 0.00001% del presupuesto estatal. Pero para Ángel, es la diferencia entre viajar a competir o vender boletos para una rifa en la esquina. ¿Y dónde está ese dinero? Porque si no está en manos de los atletas, alguien lo está guardando muy bien.

Sí, lo decimos claro: si no lo tiene Ángel, ¿quién lo tiene? ¿A qué cuentas se transfieren esos fondos “no ejercidos”? ¿Dónde se desvían esos apoyos cancelados? Porque no desaparecen. En México, el dinero no se esfuma: se lo traga la estructura.

Deporte de discurso, no de presupuesto

La narrativa oficial es preciosa: “humanismo”, “transformación”, “primero los jóvenes”, “deporte para todos”. Pero al ras de suelo, donde están los atletas, no hay ni pista para correr. Solo abandono.

El INDE Tamaulipas, en manos del licenciado Manuel Virués, ha intentado —según dicen— hacer lo posible. Pero lo posible no alcanza sin presupuesto. Y si el director no tiene con qué apoyar, entonces, ¿qué dirige? ¿Una oficina o un PowerPoint?

El municipio de Matamoros ha sido todavía más elocuente: ni siquiera finge que le importa. Cero apoyos. Ni un boleto de avión, ni una chamarra con la bandera. Nada. Solo papeles, firmas, “te llamamos”.

Y no olvidemos el nivel nacional. La CONADE, que durante años fue un símbolo de esperanza, hoy es sinónimo de recorte, mal manejo y opacidad. Ana Gabriela Guevara, quien prometió transformar el deporte, terminó hundiéndolo en la peor crisis de respaldo institucional. Y ahora llega Rommel Pacheco, con sonrisas y promesas recicladas, diciendo que hará que “el deporte sea accesible para todos”.

¿Con qué dinero, Rommel? ¿Con qué becas? ¿Con qué dignidad, si tus antecesores dejaron el deporte como un terreno baldío lleno de facturas impagadas?

Un país que obliga a sus atletas a mendigar

La historia de Ángel no es solo triste. Es insultante. Porque no se trata de un caso aislado, sino de un patrón perverso: los deportistas mexicanos no solo deben entrenar como élite mundial, también deben convertirse en vendedores, promotores, diseñadores de camisetas, y hasta gestores de donaciones.

Porque el Estado, que debería asegurar lo mínimo, les quita hasta lo que han ganado con sudor.

Y entonces, la pregunta es simple: ¿Quién se está quedando con el presupuesto del deporte? Porque mientras los atletas hacen colectas para subirse a un avión, los funcionarios viajan en primera clase, presumen eventos en redes sociales y se sacan la foto con los deportistas que sobrevivieron al abandono.

A esos mismos deportistas que nunca apoyaron.

No le roben su sueño a Ángel. No nos roben el orgullo de tener atletas que aún creen en este país.

Hoy, Ángel tiene boletos para Tlaxcala y Brasil no por el gobierno, sino porque su madre, amigos y vecinos han puesto el cuerpo, la fe y la cartera para que no se le cierren las puertas del mundo.

Y eso, en cualquier país serio, debería dar vergüenza.

Porque si el deporte mexicano depende de rifas y boteos…

entonces no tenemos política deportiva, solo una mala administración de limosnas.

SUGERENCIAS Y COMENTARIOS arabelagarcia01@hotmail.com

TAGGED:
Share This Article