Huachicol, el negocio que huele a impunidad

Eduardo Pacheco
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CONFIDENCIAL.
Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.
Huachicol, el negocio que huele a impunidad
Aunque esta vez para bien, Tamaulipas volvió a ser noticia nacional. El decomiso de un buque, en Altamira, con ¡10 millones de litros de diésel! no solo marcó un precedente en volumen, sino también en voluntad política.
Se trata del mayor aseguramiento de combustible ilegal en la historia reciente del país, y ocurrió aquí, en uno de los territorios donde por años floreció el tráfico de hidrocarburos bajo la sombra de la complacencia.
La lucha contra el llamado “huachicol” no es nueva, pero sí ha sido, históricamente, una batalla a medias. Las redes criminales encargadas del trasiego de gasolina y diésel —al igual que ocurre con otras economías ilegales— han gozado durante años de protección institucional.
No era un secreto: en muchas regiones, las tomas clandestinas se abren a la vista de todos, y los contenedores circulan sin problema por carreteras federales, como si fueran mercancía legal.
Sin embargo, el verdadero negocio es el del huchicol trasnacional. Durante décadas, particularmente en los estados fronterizos como Tamaulipas, el ingreso ilegal de combustibles desde Estados Unidos ha sido un negocio multimillonario.
La disparidad de precios —hasta un 40 por ciento más barato el combustible del lado norteamericano— generó un incentivo poderoso para construir una economía subterránea que terminó por corromper a corporaciones policiacas, autoridades aduanales, y sí, también a políticos.
El “huachicol” no solo compite con el narcotráfico y el tráfico de personas en términos de rentabilidad, sino que lo hace con un menor riesgo penal y una red de complicidades más sofisticada. Mientras el discurso oficial se concentraba en los ductos perforados en el centro del país, en el norte —y especialmente en puertos como Tampico y Altamira— se operaban esquemas más discretos pero igualmente letales para la hacienda pública.
Por eso resulta significativo, y digno de ser reconocido, que el actual gobierno federal esté dando señales claras de querer romper con esa inercia. La operación realizada esta semana por fuerzas federales en el puerto de Tampico y en predios de Altamira representa más que un golpe logístico: es un mensaje.
Un mensaje que apunta a las mafias del huachicol, pero también a quienes desde el poder político han servido como cómplices o protectores, abriendo las aduanas para que ingrese el contrabando de hidrocarburos.
Porque no podemos ser ingenuos. Este tipo de operaciones no ocurren sin ayuda interna. El tamaño del decomiso sugiere una estructura de corrupción bien aceitada, con ramificaciones en aduanas, autoridades portuarias, y posiblemente gobiernos municipales.
En Tamaulipas, incluso, circulan versiones que involucran a alcaldes y legisladores locales. Si la justicia no se detiene en los eslabones bajos de la cadena, podríamos estar a punto de ver caer a figuras conocidas.
La expectativa ahora es alta. El golpe fue importante, pero sería decepcionante que se quedara como un hecho aislado. La lucha contra el tráfico de combustible requiere constancia, inteligencia y, sobre todo, voluntad de enfrentar al poder económico que lo sostiene. No basta con decomisos espectaculares: se necesita una reingeniería institucional que impida que este delito vuelva a florecer con el cambio de sexenio.
Tamaulipas conoce bien los estragos de la impunidad. Por eso, esta acción debe leerse no solo como una victoria operativa, sino como una oportunidad. La de comenzar, por fin, a desmontar una red de criminalidad tolerada por años, que drenó recursos públicos, distorsionó la economía local y fortaleció a estructuras delictivas que luego mutaron en violencia.
Aplaudir lo que está bien no debe ser un tabú. Hoy, el gobierno federal dio un paso valiente. Que sea el primero de muchos.
EL RESTO.
Hoy inician las comparecencias de los secretarios de la administración pública estatal, para la glosa del tercer informe del gobernador, Américo Villarreal Anaya.
Esperemos que sea un real ejercicio de rendición de cuentas, y no una simple pasarela para que el compareciente se luzca con preguntas a modo de los diputados.
ASI ANDAN LAS COSAS.
roger_rogelio@hotmail.com
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