Igual que el campirano, al vender su producto en la esquina.

Eduardo Pacheco
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FAENA EN CANAL
Por: Evaristo Benitez
Igual que el campirano,
al vender su producto en la esquina.
Pasa algo muy curioso con los libros producidos por escritores marginales y críticos, al margen de su calidad en contenido y diseño.
Ciertamente la promoción y su correspondiente distribución es definitiva para el éxito comercial del texto en comento; más aún cuando se trata de ediciones limitadas en cantidad ante problemas concretos de falta de una distribución geográficamente amplia.
Así las cosas hacer llegar un libro a los lectores potenciales tiene un alto grado de dificultad, que pudiera subsanarse con ingenio y voluntad por parte de su autor-distribuidor-vendedor, todo concentrado en una sola persona: yo mero.
Un amigo bien intencionado me dice……”oye médico…¿ y si te consigo una distribuidor de tu libro Los Uróboros a cambio del 50% del producto de las ventas”?.
Sería magnífico, le contesto; pero tengo un problema con esa solución . La cantidad de libros impresos es relativamente baja y por tanto si los entrego al distribuidor profesional…..¿Luego a qué me dedico para pasar el tiempo?.
En efecto estoy como el campirano que produce pocas hortalizas y se pone en la esquina de la ciudad para venderlas; si le vende TODA su producción a un sólo cliente entonces……¿A qué qué se dedicará después al quedarse sin tomates y rabanitos ?.
El placer de escribir un libro corre paralelo a la emoción de distribuirlo uno a uno; al saber- conocer quien te lo compra deduces POR QUÉ te lo compra.
A unos los motiva la curiosidad por saber el cúmulo de pendejadas que puede expresar por escrito su autor.
A otros los motiva la sospecha de que ese libro (en éste caso “Los Uróboros”), tiene un patrocinador y por tanto un objetivo político sesgado y oculto. La mejor manera de averiguarlo es leerlo y por tanto comprarlo.
A otros lectores los motiva la amistad con el autor, el haber compartido experiencias políticas juntos, el convivir en éste tránsito terrenal con objetivos similares.
A otros más los motiva, quizá, que el autor ciertamente tiene algo útil que aportar a la sociedad y para comprobarlo o descartarlo es necesario leer el texto.
A todos ellos y ellas les digo que, como el productor-vendedor de verduras en una esquina de la ciudad, prefiero vender mi librito de uno por uno pues el placer de escribirlo es casi igual al placer de saber quien te lo compra y especular por qué te lo compra.
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