Tiempo de opinar
Por Raúl Hernández Moreno

Abierto el proceso de renovación para elegir al nuevo presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el Presidente Andrés Manuel López Obrador opinó que debe elegirse a una persona “integra, honesta, incorruptible”, “de los que tienen arrogancia de sentirse libres”.

Así se sentía Germán Martínez: libre, por eso hizo un diagnóstico real y honesto sobre el estado en que se encontraba el Seguro Social y como respuesta no solo lo echaron: encima López Orador festinó su salida y dijo que había mejores elementos para sustituirlo.

No le gusta al Presidente que lo contradigan, que no piensen igual que él. Quiere que todos estemos convencidos de que vivimos en AmloLandía y por lo tanto debemos estar felices, felices, felices, sin importar las tragedias que vive cada individuo.

Tenemos un Presidente conservador, que se dice liberal y en realidad más liberal que él es el Papa Francisco. E incluso más que conservador es pragmático. Cambia de ideas a conveniencia. Por eso ayer nos dijo que en su mandato la economía crecería al 4 por ciento y hoy que el crecimiento es cero, dice que los números solo le importan a los economistas.

Los liberales de la Reforma creían en las libertades para todos y por eso se permitían la crítica entre sí. Por eso Ignacio Ramírez criticaba my duramente a Benito Juárez en los últimos años de la vida de este y Juárez lo toleraba, porque así se concebía el liberalismo.

Hasta ahora el Presidente López Obrador ha sido intolerante con todos los que no opinan igual que él, en particular con los organismos autónomos como la CNDH, el INEGI, el INE, el Banco de México. Los ha combatido a través de sus mañaneras. Un día los denosta, y al siguiente, también. El quiere al frente de estos, a directivos a modo, de esos a los que le pregunte ¿qué horas son?, y le contesten: ¡Las que usted diga, señor Presidente! Por fortuna, la mayor parte de estos organismos no se han doblegado ante el Presidente y han seguido actuando conforme a derecho, incluyendo el Poder Judicial, como lo acabamos de ver con un juez federal que liberó a 24 policías implicados en el caso Ayotzinapa.

El Ejecutivo podrá argumentar que el juez se excedió, pero éste lo que hizo fue aplicar el derecho, para eso lo nombraron, para eso está ahí. Si al Ejecutivo no le gusta esa decisión, que la combata en los tribunales.

El Poder Judicial no le dice a López Obrador que su estrategia contra la delincuencia es una estrategia fallida. No lo dice, porque esa no es su función. La suya es impartir justicia y la del Ejecutivo administrar al país. Si el Judicial respeta al Ejecutivo, este debiera hacer lo mismo. Pero no lo hace. Tampoco respeta al Legislativo y por eso se entrometió en el pleito PAN-Morena por la presidencia de la Cámara de Diputados, en lo que bien pudo ser una estrategia armada, para que el Ejecutivo quedara bien, pues fue hasta que él se metió, que Morena accedió a respetar la ley y a dejar que el PAN asumiese la presidencia. No fue una concesión, ni una dádiva, fue el cumplimiento de lo que establece la ley, pero en el ánimo ciudadano quedó la percepción de que fue gracias a AMLO que Morena cedió.