
Josef Mengele: el ángel de la muerte
-Y en México tenemos al “doctor muerte”
-Lo premian, por instrucciones de AMLO
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Raúl Hernández Moreno
1-julio-2025
Lo apodaban “El ángel de la muerte”, porque era un hombre guapo, pero asesino. Su nombre real era Josef Mengele y operaba en el campo de concentración de Auschwitz, Cada que llegaba un tren con decenas de carros, atiborrados de judíos, se apostaba a un lado de la línea de salida y seleccionaba a los prisioneros: unos iban directo a la cámara de gases y otros, los más fuertes, eran utilizados en experimentos médicos que buscaban la pureza racial. Entre sus experimentos estaba inyectar tintas en los ojos, para conseguir que los alemanes nacieran con ojos azules o verdes.
Cuando el Tercer Reich se desmoronó, Mengele alcanzó a huir rumbo a Sudamérica, anduvo por Argentina, Paraguay, Brasil y terminó sus días en Bolivia, donde murió de causas naturales, ya de viejo. Durante esos años los cazadores de nazis estuvieron a punto de echarle el guante, pero siempre gozó de la protección de jefes militares y fanáticos nazis que lo protegieron y lo ayudaron a huir.
Aquí en México, también tenemos un “doctor muerte”, Hugo López-Gatell, subsecretario de salud en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, responsable del manejo criminal de la pandemia del Covid que dejó más de 800 mil muertos.
López-Gatell desde un principio minimizó la enfermedad y recomendó no usar cubrebocas, con el argumento de que no ayudaba a evitar los contagios. Cuando la enfermedad se hizo mundial, sostuvo que a lo mucho habría 60 mil muertos en el país. Luego cometió el dislate de apoyar al presidente Andrés Manuel López Obrador que en su supina ignorancia dijo que él se protegía con una estampa religiosa con la cual le decía a la enfermedad: ¡Detente!
Fiel a su amo, López-Gatell llegó a decir que el presidente era inmune al Covid porque su fortaleza más que física era moral. AMLO creyó -en su ignorancia- que era inmune y dijo que la enfermedad sólo les daba a los corruptos y se enfermó en tres ocasiones.
López-Gatell debió ser enjuiciado por genocida, pero AMLO lo protegió y ahora le acaba de conseguir una beca como representante de México ante la Organización Mundial de Salud, un cargo que no existe, pero que le permitirá vivir en Europa, a costa del erario de los mexicanos.
Esta clase de barbaridades sólo suceden en México, por eso en la década de los años treinta del siglo 20, André Bretón visitó nuestro país y dijo que era el más surrealista del mundo. Y tiene razón: sólo en México se premia a quienes debían estar en prisión.
La gente decente, y libre, está en contra del nombramiento de López-Gatell, pero eso le tiene sin cuidado a quienes hoy están al frente del gobierno y lo hacen como monarcas. Repiten aquello de Luis XIV: “el estado soy yo”.
Mengele tiene un lugar en el basurero de la historia, como un ejemplo de lo que no se debe ser un médico. López-Gatell tiene reservado un lugar a lado de Mengele, al que llegará cuando se acabe la era de la 4T, porque todo tiene un principio y un fin. Ese día hoy parece lejano, pero llegará.
Lo más vergonzoso de la “beca” otorgada a López-Gatell es que ni siquiera fue una decisión de la presidenta, fue una imposición del expresidente Andrés Manuel López Obrador que se niega a dejar el poder y se convirtió en una copia barata de Plutarco Elías Calles, que si era un político de verdad.