Por La Libre
La falsa competencia: el cuento de la democracia en MORENA
Por Edelmira Cerecedo Garcìa.
En MORENA se han desgastado repitiendo el discurso de la democracia interna, intentando convencer a la militancia de que existe un proceso limpio, participativo y abierto. Sin embargo, esa narrativa se ha ido cayendo a pedazos. Lo que muchos morenistas llamaban “el ideal” del movimiento hoy se ve traicionado, erosionado y sustituido por una maquinaria que opera más por intereses que por convicciones.
Porque hay que decirlo con claridad: en MORENA la competencia real no existe. Las candidaturas también tienen precio, y no es precisamente el de la lealtad o la trayectoria. La amistad, el compadrazgo o los años de convivencia política dejaron de ser un valor; se volvieron accesorios prescindibles cuando el poder está en juego. La lealtad dejó de ser compromiso para convertirse en una etiqueta vacía, útil solo en tiempos de foto, pero jamás determinante para las decisiones.
Hoy lo que observamos es una carrera fracturada por tribus internas, grupos que juran que al final cerrarán filas, cuando todos saben que el cierre de filas es un mito funcional… hasta que se reparte el botín. Y mientras tanto, otros partidos ya tienen nombres, datos y proyectos, porque —seamos honestos— muchos de los que hoy buscan candidaturas ya lo han intentado antes y no están dispuestos a morir políticamente una vez más.
Basta recordar casos recientes: presidencias municipales que “sorpresivamente” ganaron quienes ni siquiera aparecían en las encuestas. Candidaturas vendidas y compradas con una facilidad que asusta, donde la supuesta votación “del pueblo sabio” solo fue parte del espectáculo. El cuento de la democracia. El atole con el dedo que muchos se tomaron sin darse cuenta… o sin querer darse cuenta.
Hoy esos mismos perfiles salen a decir: “Soy la presidenta porque así lo quiso la gente” cuando la gente ni en la lista los traía. La estrategia funcionó: el discurso de la democracia sirvió de cortina mientras se acomodaban acuerdos, cuotas y precios. Y claro: la militancia terminó recibiendo lo de siempre, un proceso decidido arriba, disfrazado de consulta ciudadana.
Ahora que se acerca una nueva temporada electoral, uno esperaría que al menos el atole tuviera mejor sabor… o que el dedo fuera más largo para que todos queden “satisfechos”. El caso de El Mante es emblemático. Ya se habla de un 2026 adelantado, de reelecciones comprometidas y de una fila de aspirantes que crece cada semana. Todos preguntan cuánto cuesta ganar, cuando la verdadera pregunta debería ser:
¿Cuánto cuesta la candidatura?
Porque las encuestas, esas mismas que nunca coinciden con la realidad, ya no las toma nadie en serio. Van directo al bote de basura, junto con los sueños ingenuos de quienes creen que todo se definirá con transparencia. Eso sí, soñar no cuesta nada… aunque a veces es tan probable como ver a Chayanne dando un concierto en El Mante.
La verdad es evidente: la competencia interna en MORENA es una puesta en escena. Una farsa bien montada, donde los papeles principales ya están asignados y la militancia solo es público obligado. La democracia que prometieron se quedó en discurso. Y mientras no se reconozca esta realidad, las decisiones del partido seguirán alejándose de su base y acercándose, cada vez más, a los intereses de unos cuantos.
