La pobreza franciscana

Eduardo Pacheco
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La pobreza franciscana

 

-Es sólo pose

-Hay que atacar la corrupción

-Y la impunidad

 

 

 

Tiempo de opinar

Raúl Hernández Moreno

23-julio-2025

 

El coordinador de los diputados de Morena, Ricardo Monreal, de paseo por España, aclaró que no se hospedó en un hotel de lujo, que sólo fue a desayunar, porque es barato, 80 euros por persona, y que hay restaurantes de la Ciudad de México, más caros. Y tiene razón, el brunch del Four Seasons de la CdMx, favorito de los políticos, cuesta tres mil pesos por persona e incluye bebidas alcohólicas. Y los hay más caros. El que tenga dinero y no tenga inconveniente en gastarlo, adelante.

La cuestión es que la 4T ha utilizado la pobreza franciscana, para hacer creer que son diferentes a los gobiernos anteriores, incluyendo el sexenio de AMLO, pero resulta que no son diferentes, son peores.

Queda claro que les gustan los lujos, y más sin se pagan con el erario público, desde viajar en aviones privados, rentar la mejor habitación de los hoteles -la suite del Hotel Presidente en CdMx cuesta más de 300 mil pesos la noche- ropa de diseñador, operaciones estéticas, vehículos de varios millones de pesos, relojes que valen millones, enviar a sus hijos a escuelas en el extranjero, contratar como acompañantes  edecanes y stripper de 100 mil pesos la noche, contratar  grupos de moda para tocar en fiestas privadas y un  largo etcétera. La única recomendación que se hacen entre ellos, es que no trascienda, que todo se haga en lo oscurito y si se descubre, negarlo. Si aparecen junto a un narco, decir que lo ignoraban, si uno de sus subalternos es expuesto como líder de un grupo criminal, no lo sabían o decir que todo es un invento generado con inteligencia artificial.

La presidenta Sheinbaum debe sanear la política, de verdad. Como discurso, ya no es creíble, luego de siete años de lo mismo. Hay que pasar de las palabras a las acciones. Necesita actuar con mano dura. Es necesario que autorice que secretarios, gobernadores, senadores, diputados, alcaldes, que incurran en corrupción, sean enjuiciados. Y no solo de los partidos opositores: debe hacerlo con Morena. Esa sería la mejor manera de enviar un mensaje contundente de que la corrupción se castiga y que la impunidad se terminó.

Cuando el PRI gobernó al país, con Carlos Salinas 14 gobernadores fueron relevados, ya sea porque los incorporó a su gabinete o como control de daños para cuidar la imagen de su gobierno y de su partido, como sucedió en 1992, en Tabasco, donde destituyó al gobernador Salvador Neme Castillo, a quien Andrés Manuel López Obrador, que acababa de renunciar al PRI, porque no le dejaron ser alcalde de Macuspana, le hizo la vida imposible, con protestas y marchas, incluso en la Ciudad de México.

Con la destitución, le quitó presión a su gobierno y de pasó atendió los reclamos de los opositores.

La destitución de gobernadores también fue una práctica del único presidente de izquierda que ha tenido México: Lázaro Cárdenas del Río, que removió a 17, cinco de ellos, los de Durango, Guanajuato, Sinaloa, Sonora y el Estado de México, derivados de su pleito con Plutarco Elías Calles.

En 1996, Ernesto Zedillo, destituyó al gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa, como resultado del escandalo internacional que se origino en junio de 1995, cuando policías estatales asesinaron a 17 campesinos, en el poblado de Aguas Blancas.

Zedillo, en cambio, no pudo destituir a Roberto Madrazo, en Tabasco, quien resistió los embates desde el gobierno federal.

Los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, no aplicaron la destitución de gobernadores, por no tener el control del Congreso y los mandatarios se convirtieron en virreyes y desde entonces actúan como tal, sin importar el partido al que pertenecen.

Enrique Peña Nieto, con todo y su fama de tonto, autorizó que seis gobernadores fueron encarcelados, desde el panista Guillermo Padrés de Sonora hasta priistas como Javier Duarte de Veracruz y César Duarte de Chihuahua.

Con AMLO la corrupción creció exponencialmente y la impunidad se asentó en la sociedad. Hoy los gobernadores actúan como reyes en sus estados y se pitorrean de las recomendaciones de la presidenta. Ahí están los vergonzosos casos de los mandatarios de Guerrero, San Luis, Zacatecas y Sinaloa, donde los dos tres primeros quieren heredar los cargos, la primera a su papá, el segundo a su esposa, el tercero a su hermano. Y en el caso de Sinaloa, el gobernador se reunía con El Mayo Zambada antes de la detención de este y aunque se sepa, no pasa nada.

Los políticos se mezclan con los criminales, los cuidan, los protegen, los hacen socios y el gobierno federal lo permite, lo solapa, los justifica. Cada señalamiento en contra de narco-políticos lo descalifica y lo que es peor, los envía al cajón de la basura, con la intención de que no se hable de ellos.

La presidenta haría bien en remover a personajes como Gerardo Fernández Noroña, Ricardo Monreal, Pedro Haces, entre otros, por pitorrearse públicamente de la pobreza franciscana. Si no los quiere remover, que los deje ser un legislador más, sin privilegios, porque no se vale que además de sinvergüenzas se les premie con ingresos extraordinarios. Si quieren lujos, que los paguen de su bolsillo.

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