Tiempo de opinar
Por Raúl Hernández Moreno
— Promueven corredor gastronómico en Victoria
— Un éxito apertura de Plaza de la Mujer
— Interesante libro de Rogelio Montemayor
“La revolución devora a sus hijos”, es una frase cuya autoría se le atribuye al revolucionario francés Georges Danton, para explicar cómo los líderes revolucionarios caían víctimas de la revolución durante la época del terror, dominada por el uso de la guillotina.
Un siglo después la frase cobró vigencia durante la una y varias revoluciones mexicanas, empezando por la revolución de Francisco I. Madero, que estalló su movimiento armado el 20 de noviembre de 1910, a las seis de la tarde -vaya ocurrencia, ¡estableció día y hora! – y triunfó en mayo de 1911, no por el poder de las armas, sino porque Porfirio Díaz, a sus ochenta años, se sentía cansado, no quiso pelear, menos ensangrentar más al país y optó por renunciar.
En los 15 meses que desgobernó Madero, de noviembre de 1911 a febrero de 1913, se distinguió por su nepotismo -le dio trabajo a su papá, tío, hermanos, primos- por sus promesas incumplidas a los campesinos y obreros, por traicionar a Villa, Zapata, Pascual Orozco y por las muchas revueltas que estallaron en el país, desde la de Orozco, Francisco Vázquez Gómez, Félix Díaz y Bernardo Reyes.
Ricardo Flores Magón, ese santón anarquista, hablaba pestes de Madero, pese a que cuando se conocieron, el coahuilteco le enviaba dinero para el sostenimiento de los periódicos que imprimía junto con hermanos y amistades.
Aunque fue un fracaso como gobernante, la muerte de Madero, pactada por Victoriano Huerta y el embajador Henry Lane Wilson, lo purificó y le dio el estatus de héroe que no se ganó en vida.
Después de eso vinieron las revoluciones de Victoriano Huerta, la de Zapata y su frustrado Plan de Ayala, la de Venustiano Carranza y Álvaro Obregón, después la de Obregón y Plutarco Elías Calles, la de Calles y finalmente la de Lázaro Cárdenas.
La revolución devoró a sus hijos: Madero traicionó a Zapata haciéndole creer que implementaría una reforma agraria y luego envió al general Juvencio Robles a quemar pueblos y matar campesinos. El chaparrito también traicionó a Orozco haciéndole creer que sería gobernador de Chihuahua y luego le dijo que no y a Villa nunca lo quiso visitar mientras estuvo preso y esté tuvo que fugarse de la cárcel de Tlatelolco.
Zapata fue un intransigente. Peleó con todos: desde Díaz, Madero, Huerta, Orozco, Carranza. Cuando fue asesinado era un espectro que representaba muy poco.
Venustiano Carranza mandó matar a Zapata; Obregón ordenó matar a Carranza; Obregón a Villa; hay la sospecha de que Obregón murió por un complot armado por Calles; a Calles, Lázaro Cárdenas lo desterró del país.
Fue una guerra por el poder, de todos contra todos, pero curiosamente la historia de bronce los coloca juntos, como si hubieran sido cuates, cuando fue todo lo contrario.
Esa es la revolución y los revolucionarios de México. Conocerlos, con sus virtudes y defectos, es lo que todo mexicano medianamente instruido debe hacer.
En otro tema, la Secretaría de Turismo en Tamaulipas, a cargo de Benjamín Hernández Rodríguez, impulsa un corredor gastronómico interejidal en Ciudad Victoria en el que participan 36 negocios familiares que ofrecen sazón, tradición, calidad y una experiencia única.
Este es un concepto que tiene mucho éxito en estados como Oaxaca y Guerrero, donde restaurantes instalados en el campo, muchas veces sin clima artificial, tienen mucho éxito, gracias a los platillos que ofertan.
En Oaxaca hay varios de estos restaurantes rústicos que cuentan con estrellas Michelin, por la calidad de sus platillos y son visitados por turistas nacionales y extranjeros.
La idea, pues, puede cuajar y darle un plus a Ciudad Victoria.
La reabierta Plaza de la Mujer gustó y emocionó a quienes fueron a conocerla. Quedaron maravillados y la verdad es que en los videos se ve espectacular. Los meses anteriores en que estuvo cerrada, para dar paso a su remodelación, valió la pena.
Por supuesto, los comercios, con sus antojitos diversos, regresaron a la plaza, para deleite de sus visitantes habituales.
Es un éxito más del gobierno de la alcaldesa Carmen Lilia Canturosas Villarreal.
Por otra parte, terminamos la lectura del libro de Rogelio Montemayor Saguy, “Gobernar para servir”, que nos hizo llegar su amigo, el licenciado Daniel Covarrubias Ramos.
Es una narración muy interesante de lo que fue su gobierno, de 1993 a 1999, cargo que ganó en las urnas, con una participación ciudadana del 65.88 por ciento del padrón electoral, cifra que no ha sido superada desde entonces.
Montemayor habla de toda su trayectoria, desde que hizo su doctorado en la Universidad de Pensilvania, donde trabajó como asistente del Dr. Lawrence Klein, premio nobel de economía 1980, hasta su ingreso en la función pública.
Colaboró con el grupo neoliberal de Carlos Salinas de Gortari, Luis Donaldo Colosio, Manuel Camacho Solís, Francisco Labastida, entre otros, que en 1994 consiguieron el Tratado de Libre Comercio que potencializó el desarrollo económico de México.
Sin el TLC no seríamos ni la sombra de lo que hoy somos.
