
Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.
Los penales, el reto pendiente de la justicia.
El sistema penitenciario es, en cualquier país, la prueba de fuego de la justicia. Y en Tamaulipas, como en buena parte de México, ese examen sigue sin aprobarse del todo.
Durante décadas, los Centros de Ejecución de Sanciones (CEDES) arrastraron calificaciones reprobatorias en los diagnósticos de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Esa realidad los colocó entre los peores del país.
La razón es conocida: autogobiernos, carencias en todos los servicios, falta de custodios suficientes y, sobre todo, la incapacidad de convertir a los reclusorios en auténticos centros de reinserción social.
Cuando los penales deberían servir para recuperar a quien delinquió, en los hechos terminan siendo espacios donde muchos se hunden más. Lo que debería ser un proceso de rehabilitación se convierte, en la práctica, en un “posgrado” del crimen.
La última evaluación de la CNDH otorgó a los CEDES tamaulipecos una calificación aprobatoria, aunque por un margen estrecho. Fue un avance, sí, pero no suficiente para borrar los problemas de fondo.
Las carencias se mantienen: deficiencias en salud, alimentación limitada, falta de higiene, y programas educativos y laborales poco efectivos. Un escenario que no ayuda a la reinserción social.
A ello se suma la falta de custodios. Apenas esta semana, el secretario de Seguridad Pública, Carlos Arturo Pancardo Escudero, reconoció el déficit y celebró el ingreso de 70 nuevos elementos. Sin embargo, la necesidad real es mucho mayor.
Tamaulipas cuenta con cinco penales: Ciudad Victoria, Altamira, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros. En todos, la falta de personal es un factor que complica el control interno y facilita el surgimiento de liderazgos entre reclusos.
El problema no es nuevo ni exclusivo de una administración. Es un mal histórico, alimentado por años de descuido, falta de recursos y poca atención al último eslabón del sistema de justicia.
El ciudadano común suele pensar que las cárceles no le incumben. Pero basta recordar que desde su interior se gestan extorsiones, secuestros y, en ocasiones, fugas espectaculares. Lo que pasa dentro repercute afuera.
Es indispensable mirar a los reclusorios con otra óptica. No se trata de un tema menor, ni mucho menos de un asunto que pueda resolverse con parches. Se requieren planes integrales y presupuestos que hagan posible una transformación de fondo.
La reinserción social debe dejar de ser un concepto vacío. Hay que traducirla en programas educativos y laborales reales, en atención médica oportuna y en servicios básicos que garanticen condiciones dignas de vida.
También es fundamental recuperar el control de los penales a través de una vigilancia suficiente y profesionalizada. Cuando faltan custodios, quienes imponen las reglas son los propios reclusos.
Un sistema penitenciario fortalecido no solo beneficia a quienes purgan una pena, sino a toda la sociedad. Porque una cárcel en orden reduce los riesgos de que el crimen se siga organizando desde dentro.
México arrastra una crisis penitenciaria, y Tamaulipas no ha sido la excepción. Pero también es cierto que hay oportunidades de cambio si se asume con seriedad el reto.
La tarea no es sencilla. Requiere recursos, compromiso político y visión a largo plazo. Pero es un camino que tarde o temprano hay que recorrer si se quiere un sistema de justicia completo.
No hay seguridad plena sin cárceles funcionales. No hay justicia real sin reclusorios que cumplan su papel.
Los CEDES son el espejo del sistema judicial. Y mientras no reflejen orden, disciplina y verdadera reinserción, el espejo seguirá mostrando una imagen distorsionada.
La oportunidad está ahí. El momento de actuar es ahora. Porque cada día perdido en transformar el sistema penitenciario es un día ganado por el crimen.
EL RESTO.
GATTÁS, IMPULSOR DEL ORGULLO VICTORENSE.
El alcalde Eduardo Gattás Báez volvió a demostrar liderazgo al sumar a Victoria a la estrategia nacional “Viernes muy Mexicano”, con la que más de 15 mil negocios locales recibirán un fuerte impulso. Su visión coloca a la capital como ejemplo de cómo se gobierna cerca de la gente y de sus necesidades.
Con decisiones firmes y estratégicas, el edil morenista promueve el consumo local, fortalece la identidad victorense y abre camino para que la ciudad se consolide como un polo de inversión y desarrollo que trasciende fronteras.
Lejos de ser un simple programa, el impulso de Gattás busca que la ciudad consuma lo suyo, respalde a si gente y consolide a Victoria como un polo de inversión y orgullo regional.
ASI ANDAN LAS COSAS.
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