Más de 800 sonrisas: realiza SIAMARM jornada navideña en ejidos de Reynosa
Por Julio Manuel Loya Guzmán.
Reynosa, Tamaulipas.– La Navidad no llegó envuelta en luces ni vitrinas comerciales. Llegó en camionetas cargadas de juguetes, en bolsas de dulces y en voces que pronunciaban una misma palabra: unidad. Así comenzó el recorrido por los ejidos de Reynosa, donde la distancia geográfica suele marcar también la
lejanía de las oportunidades.
Periquitos fue el primer punto. Luego Doroteo Arango, División del Norte y Francisco Villa. En cada comunidad, el mismo ritual se repitió: niños que se asomaban con timidez, madres que observaban desde las puertas de sus casas y, poco a poco, sonrisas que rompían el silencio del campo. La piñata colgada anunciaba que, al menos por unas horas, la Navidad había decidido quedarse.
El mensaje era claro y se repetía de voz en voz, como eco colectivo del liderazgo de Alberto Lara Bazaldúa, dirigente del Sindicato Industrial Autónomo de Maquiladoras de Reynosa:
cuando el trabajo se hace en unidad, el amor alcanza incluso los lugares más olvidados. No fue un discurso de estrado, sino una idea puesta en práctica, tangible, entregada en forma de juguetes y momentos compartidos.
El equipo que hizo posible la jornada —Ludita Hermida, Emmanuel Jáuregui, Denilson Salinas, Gabriel, Jordi Salinas, Óscar Mendoza y Pamela— caminó entre las casas de tierra y las calles sin pavimentar acompañado por habitantes de los propios ejidos. Ahí estaban Juan Alberto Cárdenas García, el enfermero Jesús Aguilera Garza, el secretario del sindicato Santiago González Segura, la funcionaria Ofelia Rodríguez y la comisionada Adelina Santés, sumando manos y voluntades.
Más de 800 juguetes y bolsas de dulces cambiaron de dueño en el transcurso del día. Pero lo que realmente se entregó fue algo menos cuantificable: tiempo, atención y presencia. La ruptura de piñatas marcó el clímax de cada visita; los gritos infantiles, las risas y los aplausos confirmaban que la celebración había cumplido su
propósito.
En el rostro de los niños quedó reflejado el sentido profundo de la jornada: pequeños actos de solidaridad capaces de transformar un día común en un recuerdo imborrable. Para muchas familias, la Navidad llegó así, sin anuncios previos, pero con un impacto que trascendió lo material.
Al final del recorrido, el agradecimiento fue inevitable. Reconocer el respaldo constante de Alberto Lara Bazaldúa significó también reafirmar un compromiso: seguir trabajando con el corazón, llevando alegría y esperanza a quienes más lo necesitan. Porque en los ejidos de Reynosa, esta Navidad se escribió con unidad, amor y comunidad.
