
POR ARABELA GARCIA ….
Mientras Yanin festeja con pastel, Claudia recorre el sur de Tamaulipas … porque gobernar también incluye giras y cumpleaños
La política como el fútbol… pero sin goles, sin juego y con mucho varo
No hay nada como una buena sacudida para que el polvo —y algunos funcionarios— salgan volando por la ventana. Los gobiernos, como las alfombras viejas, acumulan residuos: promesas rotas, amistades mal cobradas y, claro, esa fina capa de ineficiencia que se pega como cochambre. Por eso, cuando se agita el aparato gubernamental, aunque sea por desesperación o por estrategia electoral, algo bueno pasa. Al menos, se airea el ambiente.
Una amiga —sabia y futbolera— dice que la política es como el fútbol: los jugadores se cambian de camiseta según convenga, creen que meten goles, pero los que realmente celebran son los empresarios… en sus cuentas bancarias. Democracia, le llaman, pero a veces parece más una liga amañada, donde los árbitros cobran en especie y los penales se marcan a conveniencia.
Y hablando de equipos, no hay gobierno que funcione sin una buena alineación. Un gabinete que no trabaja en conjunto es como un equipo que no entrena: dan pena ajena. Porque aquí no basta con llegar al cargo; hay que sudar la camiseta. Y si no pueden con la jugada, ni al banquillo deberían ir: directo a su casa con un “gracias por participar”. Eso sí, si usted conoce un gobierno que funcione como reloj suizo, no lo diga muy fuerte… no sea que estemos hablando de Dinamarca, ese paraíso nórdico donde casi todo funciona y donde los políticos no necesitan guaruras para ir al Oxxo.
En cambio, aquí, entre cumpleaños y caricias políticas, tenemos a Yanin García, que anda como pavorreal estrenando un año más de vida y una agenda política bastante movida. Dicen que hubo pastel, abrazos y casi mariachi en la presidencia. Algunos colonos fueron a felicitarla, otros solo a ver si les tocaba un selfie. ¿Será por su trabajo o por su talento para afilarse las uñas en regidores, como otras? Eso sí, en sentido figurado, no se me ofendan.
Larga vida a Yanin —faltaba más—, y que no le falte su ojito de venado para espantar las malas vibras, sobre todo las que llegan desde el cabildo. Porque hay quienes creen que solo por calentar la silla ya merecen estatua. Pero mire usted, ni sombra hacen.
El alcalde Alberto Granados, si pudiera sacudirse al cabildo, empezaría por los suyos. Porque cuando la división viene desde adentro, no hay oposición que haga falta. Y a esos regidores que andan más ocupados en dividir que en gobernar, les aviso: el boleto de suerte que tienen en la mano es de una sola corrida. Aprovechen mientras dura, porque el próximo no lo imprime ni el INE.
También saludamos a Adriana Lozano, con motivo de su cumpleaños , que aunque poco se deja ver, sigue en el radar. Candidateable, como se dice en los cafés políticos, aunque el humo de la visibilidad esté un poco bajo. Junto a su hermana Tina Lozano, parece que le están apostando más al trabajo altruista que a la grilla tradicional. ¿Será estrategia? Al tiempo…
Y mientras tanto, Claudia Sheinbaum se lanza de gira al sur de Tamaulipas, con el buen humor que da saber que ya no hay encuestas por ganar, solo promesas que cumplir. Elogia a Américo Villarreal como si fuera el Messi de la 4T, “siempre atento” a salud, educación y seguridad. Ojalá sea cierto, porque en esas zonas inundadas lo que más se necesita no son discursos, sino acciones… y botas de hule.
Claudia remata diciendo que su gobierno será de territorio, no de escritorio. Bien. Solo esperemos que el territorio no sea solo el que aparece en las cámaras, y que el escritorio no se llene de post-its con promesas incumplidas.
En resumen: las sacudidas son necesarias, las uñas deben usarse para trabajar, no para rasguñar, y los boletos de suerte se acaban. Que cada quien tome asiento… o mejor aún, se ponga a chambear.
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