Tiempo de opinar
Por Raúl Hernández Moreno

El sábado 10, a través de las redes sociales, se filtró la convocatoria de Morena para renovar a sus 300 coordinadores distritales y a los 32 presidentes de los congresos y consejos estatales, incluidos 200 consejeros nacionales y 21 integrantes del comité ejecutivo nacional.

Como difusor de la convocatoria aparecen el Comité Ejecutivo Nacional, la Comisión Nacional de Elecciones y la Comisión de Organización. No hay nombres y el documento tiene como fecha el 19 de agosto.

Pues bien, al día siguiente la Comisión de Organización para la renovación de las dirigencias de Morena, con 11 integrantes: Reyna Celeste Asencio, Bernardo Bátiz, Enrique Dussel, Lucio Ernesto Palacios, Ana Lilia Rivera, José Alejandro Peña, Erika Vanessa del Castillo, Armando Batra, Citlalli Hernández, Pedro Miguel, Blanca Montoya, dieron a conocer un documento en el que indican que se van a reunir para elaborar la convocatoria. Pero además con muy auto-críticos.

Señalan que “Morena se ha convertido en el partido de la esperanza”, pero no pueden desconocer “que pasa por una crisis que puede llevarlo a perder su identidad e incluso a desparecer”.

Dicen que con el triunfo del 1 de junio de 2018, “perdió de golpe a su máximo dirigente y a la mayoría de sus cuadros políticos” y colocó a la “organización en un vació existencial”.

De julio del 2018 a la fecha, el partido cayó en la indefinición y el inmovilismo, se concentró en obtener triunfos electorales, pero dejo se ser solidario con los movimientos sociales y no se ha movilizado defensa de las políticas presidenciales.

Agregan que “el partido está sometido a presiones de grupos externos que buscan tomar por asalto al partido para ponerlo al servicio de intereses contrarios al ideario morenista”.

Alertan sobre el riesgo de que la renovación de las dirigencias se preste para “actitudes inmorales, golpes bajos, politequería y uso desbordado o hasta ilegal de recursos para promover a los aspirantes”, por lo que preparan una convocatoria en la que se realice “un proceso regular, transparente, confiable, unitario, ajeno a las disputas personales y centrado, en cambio, en la confrontación y el debate de ideas”.

La Comisión advierte que para la elaboración de la convocatoria se ceñirá a lo que establecen los estatutos, aunque no ignora que estos se redactaron cuando Morena era oposición, no son los adecuados y se requiere de una nueva normativa para que “el partido no sea secuestrado por lógicas antidemocráticas del viejo régimen”.

Concluyen señalando que es hora de privilegiar la unidad, exhorta a los militantes y dirigentes a comportarse a la altura de proceso social, político e histórico y finalmente “hace un llamado respetoso y fraterno a quienes han sido aliados electorales pero no militantes de nuestra organización a que se abstengan de intervenir en los procesos internos de Morena”.

Esto último le cae como anillo al dedo a los neo-morenistas de Nuevo Laredo, que salieron más papistas que el Papa.