Tiempo de opinar
Por Raúl Hernández Moreno

El expresidente Felipe Calderón mostró tener dignidad y declinó asistir a un simposio en el Tecnológico de Monterrey, luego de que la comunidad universitaria mostró su rechazo, en recuerdo de que el 19 de marzo de 2010, dos estudiantes de esa casa de estudio fueron asesinados por elementos del ejército al confundirlos con delincuentes.

A los dos alumnos en principio se les criminalizó por parte del ejército y del mismo Felipe Calderón, porque no querían reconocer su error y ante las evidencias en contra, no les quedó más remedio que ofrecer disculpas públicas, lo que no revivió a los jóvenes, pero al menos se limpio su imagen.

Ciertamente fue el Tecnológico quien invito al expresidente a dar una conferencia. No visualizaron el daño que traería su presencia, convencidos, quizá, de que los mexicanos son de memoria muy corta, y la mayoría ya no recuerdan que fue lo que comieron la semana pasada. Y si no recuerdan lo que comieron una semana atrás, tampoco recordarían el caso de los dos estudiantes criminalizados. Se equivocaron.

Lo cierto es que Calderón no es bienvenido en el Tec. Por algo será.

En otro tema, miles de taxistas bloquearon muchas avenidas en la Ciudad de México en protesta porque el uso de transporte mediante una aplicación les ha impactado hasta en un 80 por ciento de menos viajes.

Los taxistas reclaman muchas cosas, pero no se ponen a pensar que el uso del Uber es una decisión de los usuarios y es parte de la modernidad. La tecnología ha hecho obsoleto el teléfono de casa, se prefiere el celular; en vez de hoteles la gente usa airbnb; en vez de cartas, ahora se usa el watsapp; en vez del periódico, se prefiere la prensa digital; la mayoría de las familias prefieren ver las plataformas streaming, que la televisión abierta o el cable; en vez de comprar y escuchar discos físicos, se prefiere las app que reúnen millones de canciones; ahora los libros se ofertan físicos y digitales; los celulares han desplazado a los fotógrafos profesionales y a los no profesionales; es más cómodo comprar por internet que ir a la tienda.

La tecnología vino a revolucionar la vida de los humanos.

Usar uber es más económico, más cómodo, más seguro un taxi tradicional.

Lo que les pasa a los taxistas ya lo vivieron la prensa, los cantantes, las televisoras, los periodistas, las estaciones de radio, los hoteles, los fotógrafos. Lo que ha hecho cada uno es adecuarse a los nuevos tiempos, o cambiar de giro. La competencia es feroz, ciertamente. Se quedan a pelear los que tienen vocación, los fuertes. No hay chance de ponerse a llorar lo perdido, como hoy hacen los taxistas. Si quieren continuar en el negocio deben adecuarse a los tiempos. Harían bien en ponerse en los zapatos de los usuarios y decidir si quieren viajar en una unidad vieja, sin clima, con asientos sucios que les cobra equis cantidad, o prefieren usar un vehículo de reciente modelo, con clima, que ofrece botellitas de agua, golosinas y encima su precio es entre 40 y 50 por ciento más barato.

Además, el usuario quiere sentirse seguro, algo que está por encima de una tarifa, baja o alta.