CONFIDENCIAL
Por ROGELIO RODRÍGUEZ MENDOZA.
Quien siembra plantones, cosecha poder.
En la Sección 30 del SNTE el ambiente huele a victoria. Luego de años de aislamiento político y pérdida de influencia en el aparato educativo, el sindicato magisterial está recuperando terreno con rapidez. El retorno de viejas prácticas y personajes es innegable.
Desde la llegada de, Miguel Ángel Valdez, a la titularidad de la Secretaría de Educación de Tamaulipas (SET), la relación entre el gobierno estatal y el gremio sindical cambió drásticamente. El SNTE dejó de estar en la banca y volvió al centro del juego.
Fue entonces cuando se abrió la puerta para que Arnulfo Rodríguez Treviño, viejo lobo del sindicalismo, empezara a ejercer el poder que tanto había anhelado desde que retomó el liderazgo magisterial.
Porque sí: tras dos años de tensión y confrontación, la salida de Lucía Aimé Castillo Pastor de la SET fue el momento que lo cambió todo.
Los plantones que Arnulfo encabezó bajo el pretexto de presuntas violaciones laborales no fueron un acto de justicia, sino una maniobra para derribar un obstáculo. Castillo Pastor no era mala funcionaria: simplemente no se arrodillaba ante el sindicato ni le concedía privilegios a los que estaba acostumbrado.
Rodríguez Treviño creyó que podría imponer su ley como en los viejos tiempos, cuando bastaba su firma para decidir cargos y plazas. Pero se encontró con una secretaria que no se dejó doblar, y por eso, desde el primer desencuentro, planeó su caída.
Y lo consiguió. No con argumentos, sino con presión. No con razones, sino con manifestaciones. Y así, la SET volvió a ser territorio sindical.
Con la llegada de Valdez, Arnulfo volvió a sentirse cómodo. Ya no hay resistencia a sus exigencias, ni freno a sus recomendaciones. Y eso le ha bastado para reactivar su influencia como en sus mejores años.
Por lo pronto, ya logró acomodar a varios de sus incondicionales en posiciones clave dentro de la SET, principalmente en los Centros Regionales de Desarrollo Educativo (Credes), que son, en la práctica, el brazo operativo de la política educativa en los municipios.
Tan satisfecho se siente, que incluso ha comenzado a acudir personalmente a las ceremonias de toma de protesta de los nuevos funcionarios. Una señal más de que, al menos en su percepción, volvió a ser el actor central del sistema educativo.
Y lo simbólico, en política, lo es todo.
El nuevo secretario de Educación tendrá que ser muy cauteloso. Porque una cosa es el entendimiento institucional y otra, muy distinta, es entregar el control absoluto a un sindicato que no olvida cómo exprimir al sistema.
La historia ha enseñado que cuando al SNTE se le ceden demasiadas facultades, el equilibrio institucional se rompe. Y en lugar de mejorar, el sistema se deteriora.
El poder, cuando no se regula, enloquece. Y en el gremio magisterial, eso no es novedad.
Valdez tiene ante sí el enorme reto de poner límites sin romper el diálogo. Pero si no sabe cómo hacerlo, terminará lamentando haber soltado tanto la hebra.
Porque Arnulfo no pide espacio: lo toma.
Y cuando se le abre la puerta, es cuestión de tiempo para que se siente en la silla grande.
ASI ANDAN LAS COSAS.
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