«REMESAS SE RALENTIZAN EN MÉXICO Y TAMAULIPAS»

Eduardo Pacheco
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Columna Opinión Económica y Financiera.

 

Dr. Jorge A. Lera Mejía.

La disminución sostenida de remesas en México durante 2025 constituye un fenómeno económico preocupante, con implicaciones profundas tanto a nivel nacional como regional.

En los primeros nueve meses del año, el país acumuló siete meses consecutivos de ralentización en la recepción de remesas, registrando un descenso interanual del 5.5% según el Banco de México.

En total, el país recibió 45,681 millones de dólares, una baja significativa frente al periodo anterior y la más marcada en más de una década.

El principal motor de este descenso ha sido el enfriamiento del mercado laboral en Estados Unidos, donde la incertidumbre migratoria y los recortes laborales han restringido las oportunidades para los migrantes mexicanos. Además, se observa una reducción en el número de operaciones de envío, aunque el monto promedio de cada remesa se mantiene en torno a los 396 dólares.

Factores como redadas migratorias, restricciones a la movilidad y cambios en la política fronteriza han agravado este contexto, erosionando la capacidad de los hogares mexicanos para recibir apoyo externo de manera constante.

CASO TAMAULIPAS

En el caso de Tamaulipas, el impacto es aún más severo: la entidad reporta una caída de 4.4% en el flujo de remesas, con implicaciones especialmente graves para una región históricamente dependiente de estos recursos. Para 2025, se prevé que el estado no alcance la meta de mil millones de dólares en captación de remesas, cifra lograda en años recientes.

Entre enero y septiembre, Tamaulipas sumó solo 717 millones de dólares en remesas, lo que la ha hecho descender en el ranking nacional de recepción, evidenciando una vulnerabilidad acentuada por su proximidad fronteriza y elevada migración laboral hacia Estados Unidos.

El efecto de esta caída sobre la economía de las familias es contundente. Las remesas forman un pilar del sustento de millones de hogares, representando cerca del 4% del PIB nacional.

Estos recursos financian gastos básicos como alimentación, salud, educación y vivienda, por lo que su disminución tiene consecuencias inmediatas: aumento de la pobreza, reducción del consumo interno y menor demanda local.

En poblaciones vulnerables, especialmente rurales o marginadas, la dependencia de remesas es mayor y la pérdida de este ingreso intensifica la precariedad económica.

A nivel local, en Tamaulipas se han reportado pérdidas superiores a los 10 millones de pesos en ciertas regiones, generando un efecto dominó sobre comercios y servicios.

Al evidenciar la fragilidad de la economía local y la falta de alternativas laborales sólidas, la caída de remesas subraya la urgencia de implementar estrategias de fortalecimiento del empleo y generación de oportunidades productivas.

La tendencia decreciente de estos recursos actúa como una señal de alerta sobre la necesidad de reforzar la economía interna y diversificar las fuentes de ingreso para contrarrestar la vulnerabilidad de las familias mexicanas.

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