Maremágnum
Por Mario Vargas Suárez

Incongruencias debiera titularse este espacio, debido a que no se entiende algunas situaciones, hasta legales, en ciertos espacios de este México Nuestro.

Esta administración presidencial fue elegida el primer domingo de junio del año 2018 y el triunfador, Manuel López Obrador, tomó posesión del cargo el 1 de diciembre del mismo año, cinco meses después.

En la campaña para la presidencia donde los candidatos ‘conocen de cerca’ la problemática de la población, también se invirtieron meses para conocer los retos. Si sumamos la campaña y ese lapso de transición, transcurrieron por lo menos 9 meses.

Luego, ya presidente en funciones, ¿cuántos meses transcurrieron para que el Ejecutivo Federal diera a conocer su Plan Global de Desarrollo?

Me parece que todo el tiempo que se compute para administrar un país como el nuestro es suficiente, por lo menos el primer año, es basto para identificar problemáticas prioritarias y por consecuencia, diseñar estrategias de solución.

Por todos es conocido que el final del sexenio presidencial del de Atlacomulco, Enrique Peña Nieto (2012-2018) el desabasto de medicinas e insumos hospitalarios en el país se hizo presente, aunque se convirtió en crisis al primer año de gobierno del tabasqueño, López Obrador (2018-2024).

Quizá la desaparición del Seguro Popular fue el primer golpe fuerte que resintió la Salud Pública en México porque la gente no derechohabiente del IMSS y del ISSSTE y otros servicios Médicos del Estado, se quedó en pleno desamparo, solo recibió promesas.

Claro que el primer descalabro en las dependencias de salud descentralizadas del gobierno federal, fue el incremento en el desabasto de medicamentos e insumos básicos como material de curación, suspensión de cirugías y fue notorio el incremento en la ausencia de mantenimiento y adquisición de aparatos de diagnóstico.

La promesa del primer mandatario, que muda su residencia al Palacio Nacional, fue que el 1 de diciembre del 2020, precisamente al cumplirse los dos años de su gobierno, el Instituto Nacional de Salud y Bienestar (INSABI) estaría operando al 100 %. Aunque para ¿miles? de mexicanos la muerte les sorprendió y no pudieron percatarse del conflicto que nació entre varios gobernadores y el presidente de la república, por temas de salud, además del incumplimiento presidencial.

El deterioro de salud pública en México aceleró su ritmo con la llegada del COVID-19, a la fecha, los pronósticos de las autoridades siguen siendo inciertos, porque pese a que la salud debe ser una prioridad, la evasión ha sido la carta que se han jugado los políticos que hacen gala de su aparente responsabilidad.

De marzo a noviembre se cuentan ocho meses de que en Tamaulipas y en México se decretó la pandemia y en este lapso se ha notado una plena evasión de responsabilidades del estado mexicano.

Con el pretexto de la lucha contra el ‘neoliberalismo’ promovido desde el Palacio Nacional, el sistema de Salud Nacional ha quedado a la deriva, porque no ha habido el suficiente profesionalismo para atender este fenómeno mundial que ataca sin misericordia y los gobernantes de algunos estados, guiados con la línea de la federación, insisten en distractores de todo tipo.

Todos sabemos que la salud sigue siendo un reto para los mexicanos y un desafío para los tres niveles de gobierno, desde los contagios, la atención médica y hospitalaria, hasta los fallecimientos.

La novedad más reciente es el ¿estímulo económico? que ofrece el gobierno federal, vía IMSS, a familiares cuyo paciente haya fallecido por COVID-19, aunque sabemos que esto pareciera una vacilada, pues antes de esta ¿beca?, se anunciaba de actas de defunción falseadas en la causa de la muerte.

Sin ser médico supongo que el Certificado de Defunción debe registrar la causa de la muerte y si se dio por un paro cardiorrespiratorio, así se asentará, aunque ello fue provocado como consecuencia del COVID.

Hay muchas probabilidades de que en zonas geográficas del país surja el muy temido rebrote, como ya sucedió en Aguascalientes, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, la CDMX y entidades conurbadas, además de Chihuahua y con ello se agudiza mayormente el problema.

Si hasta noviembre se contabilizaron más de 106 mil fallecidos en el territorio nacional, la lógica nos impone una preocupación mayúscula en cuidados, practicando acciones preventivas.

Verdad cruda: ante el valemadrismo presidencial y el de sus seguidores cercanos o no, en el tema del Coronavirus, la población que imita estas nefastas conductas se convierte en una amenaza pública en la salud.

No ha faltado quién exprese “…de algo nos tenemos que morir…” es cierto, pero nadie anda buscando la muerte. Por lo menos nadie cuerdo.