Rumbo al segundo referendo
Cd. Victoria, Tam.- Asoma en el horizonte la consulta para la revocación del mandato, con posible ajuste en el calendario. La alternativa que se plantea en el Congreso de la Unión es (1) mantener la fecha que dejó AMLO, en el cuarto año del régimen (2028) o adelantarla al tercero, como quiere CLAUDIA, junto a la elección federal intermedia (2027).
La oposición alega que la doctora SHEINBAUM desea estar en la boleta para apuntalar el voto en favor de MORENA. El partido guinda argumenta que al hacer concurrente el referendo con los comicios medieros, el erario se ahorraría cerca de mil 500 millones de pesos.
Otros piensan (pensamos) que la elección cada seis años es suficiente para legitimar a un Presidente (Presidenta). Preguntar a la gente, además de ocioso, es costoso. Cancelar en vez de cambiar la fecha, permitiría un ahorro mayor a los citados mil 500 millones.
Por lo general, estas tareas cívicas son impulsadas por las oposiciones de cualquier país cuando se alcanzan condiciones de ingobernabilidad sostenida o violaciones graves a la constitución.
Es raro, rarísimo, que la propuesta de preguntar a la gente sobre la permanencia (o no) de un gobierno, venga del propio gobierno. Contrasentido que hace tres años (2022) llevó a confusiones kafkianas.
Por ejemplo, que algún activista de chaleco morado dijera estar en favor de someter al voto la revocación de AMLO y cuando le preguntaban “¿para qué?”, entonces decía: “¡para que no lo revoquen!”
– “¿Y no sería más fácil que siguiera en el cargo sin pregunta alguna?”, insistía el reportero, a lo que contestaban, de plano: “Es la instrucción que yo tengo, en apoyo a nuestro líder.”
¡Ora pues!… Impulsar la realización del proyecto, nomás para decirle que no. Ello, mientras la oposición (también atípica en 2023) lo descalificaba, llamando a la abstención.
EL MODELO
La iniciativa de AMLO parecía calcar un caso similar efectuado en Venezuela bajo el primer gobierno de HUGO CHÁVEZ, en 2004. El prócer bolivariano empeñó en ello toda su credibilidad y su capacidad oratoria.
Disertó con vehemencia sobre el valor histórico de su propuesta, como reflejo de los tiempos nuevos que encarnaba su persona. Esa historia de bronce a la que HUGO veneraba, las frases célebres del panteón heroico, escritas en letras de oro para eternizarse en la memoria colectiva.
Mejor aún, sería su manera de gobernar y su legado a las generaciones venideras. Pero el hombre falleció en 2013 y nunca más se repitió la experiencia. Su sucesor, NICOLÁS MADURO, no ha tenido tiempo ni ánimos para legitimarse poniendo en oferta su cabeza.
Solo hubo uno y no lo han repetido ni a sabiendas de que CHÁVEZ lo implementó como práctica regular de gobierno. El hombre yace en su nicho mortuorio y nadie quiere hoy contradecir a NICOLÁS.
Entre otras razones, porque la visión de este último es más realista. Se trata de propuestas que tienen por nicho natural las filas opositoras. En cualquier país, serían los únicos interesados en hacer caer un régimen.
Que la idea provenga del partido en el gobierno (algo así como preguntarle a la gente: “¿quieres que me vaya?”) es una suerte de simulación, carambola de tres bandas digna de CHÁVEZ o LÓPEZ OBRADOR.
EL PRECEDENTE
La primera y única experiencia en dicho género realizada en México se empezó a cocinar en el INE desde agosto de 2021, semanas después de la elección federal intermedia. Y aunque la autoridad electoral se quejó del bajo presupuesto, la maquinaria obradorista dedicó los meses restantes de ese año a vender la idea.
Para diciembre se anunció que los activistas de MORENA habrían logrado reunir los 2.7 millones de firmas en los 17 estados señalados como requisito constitucional, al constatar así el apoyo del 3% en la lista nominal de electores.
En enero del 2022, el INE validó las firmas. La difusión institucional se realizaría entre el 8 de febrero y el 6 de abril de 2022. Pero las extravagancias del proceso jamás cesaron. Quien proponía esa tarea originalmente creada para deponer un gobierno, era el partido en el gobierno.
Similar despropósito se vivirá entre los adversarios del régimen que en lugar de promover el voto en favor de la revocación, se dedicaron a impulsar la abstención ciudadana, pues consideraban dicho ejercicio como una treta propagandística, además de cara, inútil, improductiva.
Surrealismo azteca. El pleito no se dirimió entre quienes querían a AMLO fuera del gobierno y quienes buscaban sostenerlo. Jamás vimos una competencia entre el “SI” y el “NO”. La disyuntiva descansó entre el ser y el no ser. Los que querían votar y los que no.
La consulta se verificó el domingo 10 de abril y para el lunes 11 hubo resultados. Con el pálido 17.77% del padrón, los partidarios del “Que siga en la Presidencia” (91.86% de los votos) derrotaron a los que respondieron “Que se le revoque el mandato por pérdida de confianza” (6.44%), junto al 1.7% de sufragios nulos.
Lo cual a nadie sorprendió pero los ganadores como quiera festinaron, pese a la abstención del 82.23%. Veremos cómo se ubican esta vez las diferentes fuerzas políticas ante la segunda edición que vendría en 2027 o 2028. Tal vez ahora la oposición quiera votar, para que parezca (por fin) una competencia.
BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com

