Por Oscar Díaz Salazar

En el acceso principal del edificio sede del Ayuntamiento de Orizaba, Veracruz, se exhibe un extraño monumento, que a primera vista se percibe medio feo y fuera de lugar, si se ignora el significado del mismo. Se trata de una escoba monumental de acero inoxidable, que debe alcanzar una altura de más de siete metros. La “escultura” no tiene la simetría, y belleza, de las escobas comerciales, de esas escobas elaboradas en Cadereyta, con espigas de sorgo escobero. Tampoco tienen las finas líneas de las escobas modernas, de esas que están hechas de hilos de nylon ultra ligeros y de longitud asimétrica que facilitan el barrido por su diseño ergonomico. Es una escoba del tipo que usan los trabajadores de las grandes ciudades, hecha de ramas, toscas e irregulares, que sirven para arrastrar basura, sin levantar la tierra.

La escoba de acero inoxidable como escultura, se aprecia y se valora cuando te informan que se trata de una réplica, a escala monumental, de la “Escoba de oro”, que un organismo internacional con sede en Barcelona, España, otorgó al gobierno de Orizaba, por la limpieza de sus calles.

Es muy interesante el programa que desde hace varios años se aplica en ese pueblo mágico de Veracruz, con tan buenos resultados que los lugareños, sociedad y gobierno, se atreven a asegurar que su ciudad es la más limpia del país.

El programa de limpia funciona bajo un esquema de bonificaciones y rebajas en el impuesto predial, a cambio de entregar la basura doméstica.

Pero no pretendo agotar en estas breves líneas el elogio a un programa exitoso de limpieza urbana en Orizaba, Veracruz, ni por supuesto reseñar los detalles operativos de esa estrategia. Les platico el caso de Orizaba, a manera de introducción a mi reconocimiento al gobierno de Tampico, y en particular a su presidente municipal, Chucho Nader, porque también ellos recibieron la “Escoba de oro”, por mantener a Tampico libre de basura, muy limpia, en condiciones de afirmar que el eslogan de la administración municipal, tiene el soporte de la realidad, pues es muy cierto que Tampico Brilla.

¡Bien por Chucho Nader!

¡Muy bien por los tampiqueños!