AL VUELO
Por Pegaso

Al bajar de mi vuelo matutino allá, en el edificio del IRCA Reynosa, donde se realizaba el evento del II Informe de Gobierno Municipal de la doctora Maki Ortiz, me puse a observar el modernísimo equipo que algunos de mis compañeros periodistas utilizan para cumplir con su labor de informar.

Teléfonos inteligentes, plataformas informáticas desde las que se puede transmitir en forma instantánea, gadgets que ya los quisiera James Bond para una de sus películas y toda una gama de triques tecnológicos que antes ni siquiera nos imaginábamos que podrían llegar a existir.

Yo me acuerdo de mis años de reportero bisoño, allá por 1982 y 1983.

El director de La Prensa, José Luis B. Garza, me entregó una orden de trabajo y me dijo que comprara una libreta y una pluma para apuntar las entrevistas.

Lo hice de esa manera. Acabado de desempacar de la prepa, y todavía frescos los conocimientos de taquimecanografía, me compré una libreta pequeña y un lápiz, y empecé a recorrer algunas de las fuentes que me fueron asignadas, como la oficina de correos, la de Telégrafos de México y el Registro Civil, que en aquel entonces eran las que se destinaban a los reporteros novatos.

Las fuentes más ambicionadas eran, por supuesto, el Gobierno del Estado, la UAT, el Municipio, el Sindicato Petrolero, la Aduana y algunas más que generaban utilidades para el medio y para el periodista.

En la redacción había una vieja máquina Remington. Tomaba una tira de papel, de las que se usan en la rotativa para imprimir el periódico y empezaba a pergeñar aquellas notas carentes de interés periodístico.

Luego me fogueé en la Ribereña y en Río Bravo, con el buen amigo Lupe Ernesto.

Cuando me inicié en este noble oficio de periodista, con sólo un título de Técnico Laboratorista Clínico por el CBTIS 7, había una computadora grande, donde se metían tarjetas perforadas que después se convertían en notas.

Con el paso de los años, participé en otros medios de comunicación. Fundé el Valle del Norte y luego colaboré en La Frontera. En los noventa incursioné en la radio con don Roberto Avilés Candia. Estuve en el departamento de Comunicación de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, Delegación Zona Norte de Tamaulipas. Regresé a La Prensa, luego al Valle del Norte de nuevo y así anduve, de aquí a allá y acullá, hasta que llegué a El Mañana, donde me dediqué a hacer reportajes.

Me integré a la campaña a la Presidencia Municipal de Rigoberto Garza Cantú, como Jefe de Prensa y fui también colaborador en la de Oscar Luebbert, al lado de mi cuate Jaime De León.

Colaboré en el CISEN. De ahí entré a trabajar de reportero a Multimedios radio, luego a Radio Rey y otra vez La Prensa, para finalmente, en el 2014, iniciar mi propio proyecto periodístico: ReynosaPost.com.

A lo largo de esos años he sido testigo de la evolución de las máquinas de escribir, cámaras, grabadoras y teléfonos celulares.

Recuerdo que en La Prensa y en El Valle del Norte me entregaron una cámara réflex de rollo. Y aunque hasta los muertos me salían movidos, disfrutaba de mi trabajo, con el ímpetu que solo da la juventud.

A finales de los ochenta, en Corpo Radio Gape,  Avilés Candia me entregó una grabadora que parecía ladrillo.

Un poco más adelante empezaron a verse los primeros celulares.

Yo compré un Nokia y me sentía soñado.

Las cámaras digitales eran la novedad. Quien traía una de esas, era visto con envidia por el resto de nosotros, que apenas teníamos para cubrir nuestros gastos.

Eran unos aparatos cuadrados y grandes que grababan fotos de apenas unos cuantos pixeles en un floppy.

A partir del dos mil, aquellos artículos empezaron a ser indispensables para realizar nuestra labor de reporteo y redacción.

Las viejas máquinas Remington se cambiaron por computadoras de escritorio, que a la vez se fueron haciendo cada vez más delgadas.

Los teléfonos se hicieron inteligentes y ya podían conectarse a Internet para enviar mensajes de texto.

Los años siguientes vieron pasar los bípers y los radios Motorola, que pronto fueron sustituidos por equipo más barato, práctico y sofisticado.

Hoy en día, mi teléfono celular es mi oficina privada. Tengo Internet, redes sociales, puedo redactar y subir información de manera instantánea al portal informativo y compartir archivos de distinto tamaño con personas ubicadas en cualquier parte del mundo donde haya conectividad.

El último grito de la moda en cuanto a gatgets se refiere (yo prefiero llamarlos triques o chácharas) son unas cámaras digitales de alta resolución en forma alargada, tipo sticker, que se conectan mediante bluetooth a los teléfonos inteligentes. También hay drones que pueden tomar video y fotografías desde las alturas.

A como vamos, pronto tendremos implantes oculares y neuronales para poder grabar desde nuestro cerebro cualquier evento o circunstancia, sin necesidad de tener que apretar un botón y enfocar.

¡Cosas de la tecnología!

Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso, cortesía de Don Quijote De la Mancha: “Objetos percibiréis con vuestros órganos de la visión, Sancho”. (Cosas veredes, Sancho).