AL VUELO
Pegaso

Ante el inminente fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en contra del decreto del Presidente ALMO donde limita el tema del presupuesto para Comunicación Social en Estados y Municipios, rápidamente salieron los diputados federales de MORENA a decir que gracias a ellos y a la gran benevolencia del Pejidente se va a derogar dicha ley.

No es que lo quisieran ni los legisladores de ese partido ni el Peje del Ejecutivo. Si por ellos fuera ninguno de los malvados periodistas chayoteros del país recibirían un solo centavo.

Los verdaderos delincuentes de cuello blanco dentro del periodismo, los de la mafia de poder, como Beatriz Pagés, Ricardo Rocha, Ricardo Alemán, Raymundo Rivapalacio, Rafael Cardona, Paola Rojas, Pablo Hiriart, Oscar Mario Beteta, Maru Rojas, Martín Debayle, Federico Arreola, Enrique Krauze, Luis Soto, Joaquín López Dóriga, Loret De Mola, Brozo y otros dizque periodistas de alto pedorraje, se llevaban cientos, miles de millones de pesos en el Gobierno de Enrique Peña Nieto y anteriores.

Miren: El portal informativo Polemón señala que en el sexenio de Peña Nieto la cantidad que se entregó a esos y otros periodistas fue de 1,081, 715 millones, 991 pesos.

El más vivillo fue “El Teacher” Joaquín López Dóriga, que se embolsó la no despreciable cantidad de 251 millones, 481 mil pesos, lo que representa casi 42 millones de devaluados por año y 3.4 millones mensuales.

El segundo más afortunado fue Federico Arreola, con 153 millones, 578,253 pesos, Enrique Krauze con 144 millones, 080 mil, 995 pesos, Oscar Mario Beteta con 74 millones, 571,100 pesos, Beatriz Pagés, 57 millones, 204,346 pesos, Raymundo Rivapalacio con 31 millones, 138,703 pesos, Adela Micha con 24 millones, 365,501 pesos, José Cárdenas con 12 millones, 533 mil pesos y otros muchos.

Esas ratotas criticaban y atacaban un día sí y otro también al hoy Pejidente ALMO durante casi 20 años, tratando de impedir que llegara al Palacio Nacional, y lo lograron en dos ocasiones, pero como a la tercera va la vencida, la 4T llegó para barrer con todos ellos.

Por esa razón empezó por quitarles la chiche que tenían desde muchos años atrás en la Presidencia de la República.

Pero no contaban con su astucia. El grupo de periodistas desplazados del presupuesto federal se fueron a los Estados, donde los gobernadores, como Francisco Cabeza de Vaca en Tamaulipas, los acogieron con los brazos y las arcas abiertas.

Al darse cuenta de eso, desde la Presidencia de la República se urdió una estratagema para también cortar esa fuente de financiamiento y ¡Riatas! De manera sorpresiva se envió al Congreso la propuesta para limitar a casi nada el presupuesto de Comunicación Social a los Estados y Municipios, llevándose entre las patas a miles de periodistas locales que mantienen operando sus pequeñas empresas gracias a los convenios con esas entidades gubernamentales.

Pero la Suprema Corte ya preparaba el garrote contra la “Ley Chayote”.

Para no darle el crédito a sus enemigos, el Pejidente y los legisladores de su partido dijeron: “¡Ahhh! No. Vamos a derogar el último párrafo del Artículo 26 de la Ley General de Comunicación Social y vamos a dejar que Estados y Municipios decidan el monto de lo que se va a destinar al gasto de comunicación social”.

De esa manera, saltaron ni tardos ni perezosos varios diputados federales gandallas para decir que ellos fueron los que tuvieron la brillante ida de echar para atrás la “Ley Garrote” o “Ley Chayote” y corresponde a ellos el mérito por ese beneficio, que los periodistas locales debemos estar bien agradecidos y hasta besarles los callos como reconocimiento a su extraordinaria labor.

Pero nadie se las cree. Si por ellos fuera, la citada ley no se derogaría nunca. Fueron presionados por la Suprema Corte, ante la inminencia de considerar ese bodrio como anticonstitucional.

Súmese a eso que el motivo fue una venganza personal del Pejidente contra los periodistas que lo pusieron como lazo de cochino durante muchos años, para darnos cuenta del por qué se patrasearon los diputados y senadores de MORENA.

Viene el refrán estilo Pegaso: “¿Negabas que no harías explosión, pequeña arma de fuego?” (¿No que no tronabas, pistolita?)