Maremágnum
Por Mario Vargas Suárez

Se entiende como vacuna, la sustancia compuesta por una suspensión de microorganismos atenuados o muertos que se introduce en el organismo para prevenir y tratar concluyentes enfermedades infecciosas; estimula la formación de anticuerpos con lo que se consigue una inmunización contra estas enfermedades.

Partiendo de este juicio, podemos decir que la vacuna no es la cura para una enfermedad, pero si es la medida preventiva más eficaz para no contraerla, por lo que ha causado una gran controversia la que se refiere al COVID-19, es la Organización Mundial de la Salud (OMS) es quién dicta su regulación.

Usted sabe, porque seguro ha leído o escuchado, que una vacuna para que se convierta en tal, necesita un protocolo establecido por autoridades de Salud Pública en el mundo, entre los cuales la efectividad debe estar comprobada.

Por desgracia los mismos seres humanos servimos de experimento para comprobar esa efectividad, por lo que muchos mexicanos, sobre todo de cierto nivel cultural, se niega a formar parte del grupo experimental.

Con las vacunas contra el COVID-19 mucho se ha dicho sobre su efectividad, periodicidad, costo, revacunación, mantenimiento, laboratorios, países, etc., etc., y hasta que ciudadanos de este país han servido como grupos experimentales.

Llegado el momento ¿usted cuestionaría el origen de la vacuna que le están inyectando? Me atrevo a afirmar que no preguntaríamos y ¿si nos engañan? Que nos apliquen la que no necesita el refuerzo, seguro que ya no buscamos esa segunda dosis, porque confiamos en lo que nos dicen.

Tanto se ha dicho del tema, que las mentadas llamadas telefónicas de los empleados del gobierno mal bautizados como los Servidores de la Nación, en franca y abierta emulación a Don José María Morelos y Pavón, con eso del ‘Siervo de la Nación’, están recibiendo hasta colgadas de teléfono, pues vacilan entre la broma, verdad o extorsión.

En redes ya nació eso de #YoNoMeVacuno, porque acusan a ‘élites criminales’’ de que aparentemente instauran un nuevo orden mundial. Aseguran los internautas que las vacunas tendrían chips con red 5G, que controlaría a los inoculados o serían monitoreados.

Desde luego que los sabios de la computación como Bill Gates, calificó de “disparatadas y perversas” las teorías conspirativas que lo involucran.

Por otro lado, es tendencia la burla de los ‘anti-vacunas’, con comentarios como: “Me alegro que haya hartos pentontos del #YoNoMeVacuno. Así la lista avanzará más rápido para vacunarme”.

Uno de los comunicólogos de moda, el periodista, Ciro Gómez Leyva, en su noticiero Por la Mañana, el miércoles pasado sacó al aire, los comentarios ciudadanos sobre su desacuerdo para no vacunarse.

Entre los comentarios destacan: “A mí me hablaron ayer para ver si me ponía la vacuna, pero en lo personal no quiero ser el conejillo de Indias del Gobierno para sus experimentos… Es un crimen que vacunen a los adultos mayores, la vacuna de Rusia está en fase 3 y aun no la aprueba la OMS… La vacuna rusa ni viene en español y trae muchas contradicciones…En lo personal no me la pondría y tampoco dejaría que mi familia se la pusiera.” Estos solo es una muestra del descontento de los radioescuchas.

Una controversia fue el orden de la lista para vacunarse, pero ni las autoridades de salud respetan su palabra, pues se sabe que maestros de Campeche, lo mismo sucede con los Siervos de la Nación que no se formaron y personal de salud de aquella misma entidad, que no ha sido vacunado.

Finalmente, el comercio legal e ilegal de la vacuna no se ha detenido, porque una de las conclusiones es que el gobierno firmó contrato con Rusia, aunque la misma COFEPRIS desautorizó la vacuna. Ilegal, porque ya se oferta por redes sociales a 500 pesos y dicen que se agota rápido. Cabe la sorpresa cuando corroboramos que la eficacia de una medicina puede mover escandalosamente mercados financieros.

Al cierre. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), es decir, ‘cofepris gringa’ anunció la detención de gel antibacterial mexicano, por su alto contenido de metanol o alcohol de madera, sustancia tóxica cuando se absorbe a través de la piel y mortal cuando se ingiere.